Es bien cierto que Hollywood no conoce a las mujeres de Arousa porque entonces sabrían de verdad lo que es estar en todo a la vez en todas partes. En Hollywood no conocen aún a Ramona, la protagonista de Matria, la película de Álvaro Gago de la que no se puede dejar de hablar. Y tampoco conocen a esa faneca brava que es la actriz María Vázquez. Si no, le darían el año que viene el Óscar por ese papelón de Ramona que se nos mete dentro y no somos capaces de sacar de la cabeza. María consigue que nos ramonicemos todas y supuremos por los poros de esas mujeres gallegas que botan por fóra. María es Ramona y es Matria, porque ella sola impregna de principio a fin toda la película: friega en una conservera, hace todo por su hija, soporta a un hombre que la usa, se asfixia en sobrevivir en el día a día y pelea como una jabata hasta la destrucción. Y está soberbia, encumbrando a todas las Ramonas que nos habitan. María está de premio, de Goya, de Óscar, elevada en una categoría a la que llegan pocos actores en su carrera. Hablamos de Zahera en As Bestas como el intérprete sobresaliente, pero María en Matria hace la tercera M de Matrícula. Dejas de verla a ella para ver a Ramona en un estado hiperactivo que desasosiega. Inmensa, real, extraordinaria... Todos los calificativos se quedan cortos para esta Ramona, esa gallega de costa que huye del interior: es inquieta, abierta, va de frente, espontánea, con veneno en la lengua y agudeza para picar. ¡Menuda faneca brava!