En los últimos días vimos cómo varios bancos tuvieron graves problemas, tres en EE.UU. y uno en Suiza. Las razones son diversas y priman las operaciones especulativas con inversiones de alto riesgo, la elevada especialización en el modelo de negocio e, incluso, alguno con negocios poco transparentes (Credit Suisse, que ya venía hace tiempo arrastrando el problema). En algún caso (Silicon Valley Bank) tuvieron que vender los bonos de sus activos para ganar liquidez e intentar garantizar los depósitos a sus clientes.
Todo ello se produce en un contexto de rápidas y fuertes subidas de tipos de interés con las que las autoridades monetarias tratan de frenar la fuerte inflación que está afectando a nuestro bienestar económico. Pero los tipos altos encarecen las condiciones crediticias, dificultando la financiación de las propias instituciones financieras (y de las empresas) e impactando sobre sus activos, en los que hay un importante volumen de bonos, adquiridos en momentos de tipos bajos y que se han devaluado.
Además, se da la paradoja de que los tipos de interés a largo plazo están a la baja (debido a las expectativas), por lo que los márgenes de intermediación de la banca se están reduciendo también, sin que ello tenga que ser un grave problema, salvo en el caso de un pánico generalizado.
Con todo lo anterior ¿podemos estar ante una nueva crisis financiera?
En mi opinión no, al menos en banca comercial (por ejemplo, la española), ya que, por una parte, están pasando positivamente los test de estrés, lo que indica una elevada capacidad de resistencia y posiciones de capital y liquidez sólidas. Por otra parte, nuestra banca tiene un negocio muy diversificado, lo que le ofrece una fortaleza que no tenían las entidades intervenidas, las cuales, además, en su mayoría ya arrastraban problemas previos. En este caso, la pérdida de valor de los bonos, debido a los altos tipos de interés, no debería ser un problema para la estabilidad del sistema financiero europeo, al ser entidades capitalizadas y sin necesidad de liquidez adicional.
Por eso, el BCE tomó la decisión de mantener la subida de tipos en 0,5 puntos anunciada previamente, al considerar que el sistema financiero europeo es sólido y que el principal problema que tenemos es la elevada inflación; pero, a la vez, anunciando que, de ser necesario, utilizaría todos sus recursos para procurar liquidez en el caso de que se pudiera producir algún problema en la banca europea.