El Silicon Valley Bank quiebra, llevándose por delante la financiación y los capitales de muchas de las empresas tecnológicas más punteras o al menos más referenciadas de la tecnología mundial. O eso creíamos y eso nos dice el márketing del sueño americano.
Una mala gestión de los responsables bancarios de esa entidad, eso parece en fase de investigación, y una respuesta financiera lenta e inadaptada hicieron el resto.
No entro en los aspectos económicos porque otros más competentes lo hacen ya. Mientras, un pequeño tsunami invade Europa y se lleva por delante el banco paradigma Credit Suisse, número dos de la siempre singular y extraña banca suiza. Nada que ver con la saneada banca española, que ya tuvo su particular reconversión. Sin ellas, sin las entidades financieras españolas, muchas empresas no existiríamos.
Estamos viviendo tiempos difíciles. Donde son necesarias políticas aplicadas muy competentes. En Europa y en España se ha dado prioridad a la importancia de las spin-off, los emprendedores, socios financieros de oportunidad y otros, en los nuevos nichos de mercado, como si juventud, postuniversidad y conceptos visionarios formasen un todo por el que había que apostar sin reservas.
Son importantes, son posiblemente escenarios que hay que apoyar. No los rechazo y algo saldrá. Pero los gestores públicos y los políticos se han olvidado de las pequeñas y medianas empresas que llevamos años haciendo industria, haciendo empresa y facturando y consolidando puestos de trabajo. Empresas y directivos que a veces lo pasan mal porque no tienen ayudas ágiles. Porque quienes deben darlas tienen falta de conocimiento. Y desconocen los sectores. Y, a pesar de esa carestía pública, algunos hemos salido adelante con buenos resultados.
Para los gestores públicos , esas empresas maduras parece que no tienen la brillantez de la juventud, la sonrisa y ocurrencia de los creativos de turno. Ni la grandeza de las grandes firmas que vienen de fuera y que en estos momentos están despidiendo a miles de trabajadores. Las empresas de perfil medio no existen, se las olvida. Empresas llenas de conocimiento, de buenos profesionales, de jóvenes incorporados a ellas que aprenden de la experiencia de los mayores y desarrollan entre ambos un futuro real.
Algo parecido está pasando en una sociedad controvertida y tensionada. Es como si todo el aprendizaje de los mayores se haya olvidado en aras de las criptomonedas, de los ordenadores cuánticos, de los metaversos y otros modernismos. Y así nos va.
¿Saben por qué? Porque no todos son Steve Jobs. Hay otra clase real de personas y empresas que no deben ser olvidadas. Steven Paul Jobs fue cofundador y presidente de Apple, padre del primer ordenador personal desarrollado en un garaje. Un genio.