De deudas y comodines
OPINIÓN
Si algo ha dejado claro Pedro Sánchez a lo largo de la legislatura es que los suyos son los suyos, y que, cuando se trata de nombrar cargos de importancia, el factor personal y el político se entremezclan de manera ordenada. Y si había alguna duda de que en este final de legislatura hubiese un resquicio de ausencia de personalismo en su gabinete, este ha quedado zanjado con el nombramiento de los dos nuevos ministros.
Ni un paso atrás, ni la más mínima reserva respecto del gabinete que nombró en julio del 2021 con la intención de cambiar el rumbo de la legislatura e introducir un perfil más político. La marcha de Carolina Darias y Reyes Maroto incorpora a dos hombres de confianza del presidente, tal vez no sean dos pesos pesados de la política, pero sí son dos perfiles robustos tanto en su imagen como en su capacidad de comunicar sin equivocarse.
Héctor Gómez y José Manuel Miñones tienen en común su sobriedad comunicadora, pero también su habilidad para transmitir sin cometer errores. Y esa es una virtud fundamental para esta última etapa del Gobierno, donde ya no caben experimentos pseudotécnicos a los que se les descubre un pasado incómodo o pronuncian la frase inadecuada en el lugar inapropiado.
Ninguno es nuevo, los dos tienen experiencia y formación contrastadas para mostrar la mejor imagen durante la presidencia de turno de la UE, y, sobre todo, tanto el exportavoz del Congreso como el delegado del Gobierno en Galicia han ascendido en su vinculación con Sánchez.
Resarce, rehabilita, premia, relanza y tantos más son los verbos que la prensa de ayer utilizaba para explicar el nombramiento de Héctor Gómez, y el sujeto de todos los titulares no era el ministro, era el presidente. Ningún medio, ni de izquierdas ni de derechas, obviaba el carácter personal que para Sánchez tenía el nombramiento, y mientras lo hacían, ya fuera para acentuar la deuda ya para incidir en el premio, manifestaban la singularidad del liderazgo de Sánchez y su manejo en la distribución de los incentivos.
El nombramiento de Miñones como ministro sigue los mismos pasos que su promoción a delegado del Gobierno, un magnífico comodín, versátil y capaz, para nombrar a un gallego de absoluta confianza sin meterse en problemas de familias. Hay muchos que han visto en este nombramiento el futuro candidato a la Xunta, pero esa es una jugada a varias bandas. Lo dicho, deudas y comodines, por ahora.