Por imperativo filial tuve que tragarme la final de la Kings League, antes ya había hecho lo propio con una de las semifinales. Por Twitch, claro, la aplicación la descargó mi hijo y ni siquiera me pidió permiso. La pachanga no tuvo emoción porque uno de los equipos, Aniquiladores, tenía menos peligro que la selección española ante Escocia. Junto al orondo Laporta había un señor bajito con cazadora sport marrón que se parecía sospechosamente al presidente de la Generalitat. Debía estar alucinando: más de 90.000 personas en las gradas y ni una sola senyera, ninguna pancarta independentista, nada de «freedom for Catalonia» ni «España nos roba». Las nuevas generaciones son así, el nacionalismo se la refanfinfla. Tu dales influencers, youtubers, streamers y tiktokers..., «creadores de contenido», los llaman. De la calidad del contenido mejor no hablamos. ¿Recordarán a Ibai Llanos dentro de 50 años? Probablemente habrá sido sustituido por otra estrella de este fast food del entretenimiento. Los que ahora veneran al rey de los comentaristas de deportes electrónicos habrán pasado de comer hamburguesa a un buen solomillo. Y habrán tenido que ponerse a trabajar, eso también cambia mucho la perspectiva.
Sorprende que entre los diez canales con más seguidores en Twitch a nivel global, cuatro sean de españoles: AuronPlay (15 millones), el Rubius (13,8), Ibai (12,8) y TheGrefg (11,2). Ocupan la segunda, tercera, cuarta y séptima posición, respectivamente. Un estudio reciente revelaba qué quieren ser los jóvenes de mayores. En Francia, abogados; en EE.UU., el Reino Unido y Australia, pilotos de avión; en Italia, emprendedores. En nuestro país, uno de cada tres quiere ser influencer. En eso coincidimos con Argentina, Venezuela y Costa Rica. A lo mejor no es bueno que la banda ancha llegue a todas partes, depende de para qué se utilice.
No sé si la Kings League sustituirá al fútbol actual, o si bodrios como Todo en todas partes al mismo tiempo serán el nuevo estándar cinematográfico, pero me da igual. Que otros se peleen por esos sucedáneos, yo seguiré comiendo chuletón del de verdad.