Mi mapa personal de Ucrania

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado VUELTA DE HOJA

OPINIÓN

ED

16 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Me pidieron un artículo sobre la literatura ucraniana para una revista literaria (Calle del Aire) y decidí valerme de los mapas que hago para mi trabajo como analista de política internacional. Yo hago mapas de todo. Tengo uno en el que voy señalando los sucesos de la guerra, y también tengo un mapa literario de Ucrania, en el que en su día fui situando las vidas de los escritores, los escenarios de sus novelas… Superponiendo los dos me sale un palimpsesto de la imaginación y la violencia. La línea roja que marca el punto de entrada de las primeras tropas rusas por Chernóbil atraviesa el asterisco verde de los poemas que Lina Kostenko dedicó a la explosión de la central nuclear en 1986 (En las orillas del Prípiat/ Duerme el diablo). En la televisión vi como los civiles de Kiev se refugiaban en la estación de metro Tarás Shevchenko, el nombre del mayor poeta ucraniano del siglo XIX. Los misiles cayeron cerca del jardín de cerezos que hay en la que era su casa, en el 8 de la calle que lleva su nombre. También cayeron en la estación, donde transcurre una escena famosa de La guardia blanca de Bulgákov, el gran novelista del siglo XX. Pero para mí el nombre de Bulgákov ha quedado ahora asociado a una tragedia aún mayor: Bucha, el lugar de la terrible masacre en las afueras de Kiev es donde su familia tenía su casa de vacaciones.

Hasta ahora los combates más duros se han venido produciendo en el Dombás, lo que para un amante de la literatura tiene algo de recurrencia trágica. Es allí donde se suceden las batallas de El cantar de las huestes del príncipe Igor, el hermoso poema fundacional de las literaturas rusa y ucraniana. En él, el río Donets habla y se queja. Quizás siga haciéndolo ahora. También se lucha en torno a Zaporiyia, el lugar que los lectores de Gogol conocemos porque es allí donde cabalgan los cosacos de Taras Bulba. Hubo combates, en fin, en la región de Mykolaiv, la antigua Nikolaiev donde transcurren algunos de los cuentos del gran Isaac Babel, que pasó allí parte de su infancia. La lista de todo lo que ha dado Ucrania al mundo de la belleza y la imaginación es interminable. Paul Celan, el judío rumano de Ucrania que escribía en alemán, lo mismo que Joseph Roth. Bruno Schulz, que escribía en polaco; y Jan Potocki, que prefirió hacerlo en francés en su Manuscrito encontrado en Zaragoza. El gran Joseph Conrad, otro polaco de Ucrania, se convirtió en cambio en uno de los mejores prosistas en lengua inglesa… Ucrania es, en efecto, un palimpsesto.

Observando mis mapas, escribo: «Mi mapa literario y de guerra está lleno de círculos concéntricos y líneas que se cruzan en algún punto del tiempo o del espacio. Observo su caos y encuentro relaciones que no dicen nada, o quizá sí. En Berdychiv, la pequeña ciudad en la que nacieron Conrad y el escritor en yiddish Sholem Aleichem, se casó Balzac con una condesa polaca. Muy cerca, en Zhitomir, estudió Hayyim Bialik, el gran poeta hebreo. Bábel pasó por allí unos años después con la caballería cosaca durante la guerra civil. Antes de seguir camino a Brody, la ciudad de Joseph Roth, para devastarla, un rabino le pidió que les enviasen ‘‘algunos hombres buenos’’. Sin embargo, lo que llegó a Zhitomir fue una de las peores matanzas de judíos a manos de los nazis. Entre las víctimas de aquel crimen estaba la madre de Vasili Grossman, que era también de Berdychiv. Grossman había sido ingeniero en Donetsk en los años treinta; volvió en los cuarenta como corresponsal de guerra. Hoy Donetsk, donde no hay ningún recuerdo oficial de Grossman, vuelve a estar en guerra, y en Zhitomir han caído misiles».

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