Los policías también son personas
OPINIÓN
Detrás de cada uniforme se esconde una persona de carne y hueso. Un individuo con sentimientos, con problemas, con decepciones y con tristezas. Tendemos a pensar que el sujeto que corre en el sentido opuesto al que se dirigen el resto de mortales es alguien infalible, que nunca se equivoca, que sabe y entiende de todo, que conoce todas las leyes y tiene la bola mágica para interpretar, en el marco de una intervención, la normativa que después se analizará en un despacho con múltiple jurisprudencia y con las pulsaciones en reposo. Consideramos que se trata de un individuo que posee la varita mágica para restablecer el orden público o resolver delitos en un abrir y cerrar de ojos. Que tiene la obligación de evitar con su presencia la comisión de cualquier tipo de delito, el que debe investigar con éxito cualquier denuncia. Para ser policía hay que estar hecho de una pasta especial. Enfrentarse a atracadores, maltratadores, traficantes de drogas o de personas, a personas violentas bajo la adicción de drogas o alcohol, muchas veces sin los medios adecuados y sin la formación que demanda cada situación, provoca estados de estrés. La responsabilidad de dar la sensación de ser fuerte, aunque se esté pasando un mal momento, mantener la compostura y prestar un servicio pulcro a los ciudadanos de bien cuando se atraviesa un trance complejo, a la larga pesa. Tener la obligación de tomar decisiones en segundos que pueden marcar el futuro profesional y personal también influye. La DGP, gracias al empuje del colectivo, puso en marcha el primer Plan de Promoción de la Salud Mental y Prevención de la Conducta Suicida, el cual, a través de las Unidades Básicas Sanitarias, en aquellas jefaturas que disponen de las mismas, presta vigilancia de la salud a los policías en activo. Un recurso muy necesario que mitiga el sufrimiento de aquellos integrantes del cuerpo que precisan ayuda en un momento puntual, o que se encuentran sometidos a una situación de tensión laboral, o bajo la lupa de un procedimiento disciplinario o penal. Así y todo, los agentes de la Policía Nacional realizan decenas de detenciones al día, ajustándose en todo momento al ordenamiento jurídico y respetando escrupulosamente los derechos de los ciudadanos. En los momentos más duros, por una situación personal o por un lance profesional, estos profesionales de la seguridad necesitan apoyo, empatía y vigilancia de la salud mental. El compañero abatido ayer en Burgos estaba enfermo. No se puede culpar a nadie de lo acontecido. Tan solo dar el pésame a sus familiares y amigos, felicitando a todos los policías que participaron en el dispositivo por la diligencia llevada a cabo. Cabe reflexionar, de cara al futuro, para minimizar los riesgos en una situación futura. La dotación de armeros, con sistemas de videovigilancia, en todas las comisarías para que los agentes libres de servicio puedan depositar sus armas particulares y reglamentarias es una reivindicación del colectivo.