Vais a perder el uniforme
OPINIÓN
Mañana estaréis en la calle, fachas, nazis, homófobos o policía iraní fueron algunas de las lindezas que salieron por la boca del alto cargo del Ministerio de Igualdad detenido hace una semana tras montar el numerito y terminar agrediendo a un policía nacional en el aeropuerto de Santiago-Rosalía de Castro. Lo peor que puede hacer una persona conocida o por cuyo puesto de responsabilidad se le presupone un comportamiento ejemplar es tirar de cargo cuando arma el show.
Afirmar que la policía detiene a alguien porque pertenece a un determinado partido político o porque es gay tan solo se explica desde el absoluto desprecio a la gran labor que realiza la Policía en nuestro país, como garante de nuestros derechos. Este tipo de comportamientos a veces también se aprecian en individuos que, sumado a lo anterior, se encuentran en un estado de excitación por el consumo de algún tipo de sustancia. Fuese una circunstancia, la otra o las dos, lo cierto —y así se probará durante la fase de instrucción— es que esta persona causó unas lesiones a un agente policial en el ejercicio de sus funciones, cuya actuación se realizó a requerimiento del personal de la aerolínea al querer prevalecer su razón por encima de las normas que rigen para el resto de viajeros, cuando tratándose de un servidor público debería ser el primero en dar ejemplo. Los agentes, en un intento de mediar, dieron múltiples opciones a los vocingleros, no entrando en razón y buscando el cuerpo a cuerpo con la policía. Un hecho que no pasa desapercibido es que el acompañante del detenido, que también tuvo su protagonismo en la escena, grabó toda la secuencia en la que ambos quedan evidenciados. No tengan ninguna duda de que, si la intervención policial no fuese pulcra, el vídeo de los alborotadores estaría rulando por las redes sociales y los actuantes serían el centro de las críticas de la opinión pública.
Los policías venimos reivindicando, hace años, la dotación de cámaras corporales que aporten seguridad jurídica y que puedan aclarar las circunstancias ante cualquier denuncia falsa, conociendo así toda la secuencia de la intervención y no solo el corte que, desvirtuada e interesadamente, sale a la luz. Ante la escalada de violencia que sufren las ciudades y debido al incesante incremento de agresiones a los agentes de la autoridad, urge una reforma legislativa que eleve las penas por los delitos de resistencia, desobediencia y atentado. Las intervenciones policiales se presentan, cada vez, con dosis de mayor violencia y con sujetos bajo la influencia de alcohol y drogas cuya tolerancia a la figura de la autoridad es menor. La persona detenida en el aeropuerto de Santiago pretendía salir de aquel episodio como la víctima, publicando un vídeo en el que los agentes tuviesen algún tipo de desliz en su actuación, pero se encontró, una vez más, con el temple de policías experimentados que ya habían toreado una y mil veces en plazas del «usted no sabe con quién está hablando».