Ser del Dépor

Ramón Pernas
Ramón Pernas NORDÉS

OPINIÓN

CESAR QUIAN

06 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Carmelo, Canito, Orúe, Aguirre, Iturriaga, Maguregui, Arteche, Urquijo, Uribe… que sé yo. La mayoría éramos seguidores asiduos del Atlético de Bilbao. Entre los de mi generación las minorías eran aficionadas del Real Madrid y del Barcelona, y tras el Bilbao el grupo mayoritario de tiffossi adoraban al Celta. Mi entusiasmo por el fútbol era escaso, un deporte extraño, me parecía irracional y primitivo, y en mi casa no existía tradición de pertenecer como seguidor a un equipo ni de escuchar en la radio los partidos que cada domingo.

Cuando me fui interno a los Maristas coruñeses, cada quincena asistíamos a Riazor. Cuando no había partido nos llevaban andando, paseando, desde la calle Teresa Herrera, donde estaba el colegio, hasta el melancólico y decadente jardín romántico de San Carlos en la ciudad vieja. Me gustaba especialmente porque, como a nosotros, llevaban en excursión dominical a las niñas de las Esclavas o a las internas de las Josefinas, que no lo recuerdo bien. Aquellas visitas invernales para ver al Dépor en Riazor, me fueron aficionando a los colores albicelestes y fue naciendo en mí un sentimiento de pertenencia, que, si bien no era apasionado, sí me hizo comprender las reglas del juego de un deporte que defendían virilmente once atletas contemporáneos.

Vi jugar a Amancio, al portero Betancort, al peruano Montalvo, a Mendoza y a aquel genio del balón que fue el recordado Veloso. Aquel equipo lo entrenaba Ochoa o Caniglia, uno de los dos. Seguí al Dépor desde entonces, hice míos sus triunfos, disfrute con el Superdépor y sufrí como si hubiera recibido una puñalada con cada descenso de categoría. Soy, desde entonces, del Dépor y en el último partido contra el Madrid, en primera división, fui invitado al palco del Bernabéu, por un directivo (Manel Otero), que me pidió que no aplaudiera ostentosamente, si el Dépor marcaba un gol. Abrió el marcador el equipo coruñés y no pude reprimir mi emoción y aplaudí; a los 50 minutos perdíamos por cinco. Fue el más reciente de mis compromisos con los colores de un equipo que descendió a los infiernos y que me exige gritar calladamente que he sido, soy y seré del Dépor. Hoy como ayer rememorando a los del Atlético, digo en voz alta: Aúpa Dépor.