¿Y si Ucrania pierde la guerra?

Cartas al director
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OPINIÓN

Johan Nilsson | EFE

08 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Europa (sin carisma) y el resto del mundo

 Hagámonos preguntas: ¿Y si Ucrania pierde la guerra? ¿Y si China toman Taiwán por la fuerza? Dos realidades muy presentes, cuyo potencial para materializarse es enorme. En un momento en que gran parte de la población, a nivel mundial, parece optar por el extremismo y la radicalización de sus opciones, ya sean políticas o en temas de la vida cotidiana, la vida tal como la conocemos cambiará drásticamente y estará en peligro. Europa es vieja y trasnochada; está perdida entre gabinetes y múltiples comisiones, y dirigida por una mayoría de políticos y «notables» sin carisma. Es el reflejo de los países que la componen. Los principales fundamentos, que parecían sólidos y que fueron la base para la formación de la unidad, parecen haber sido olvidados y perdido su valor, dejando de ser fuente de inspiración. Cuando se pierde lo que inspira, el cansancio se apodera del cuerpo, y de ahí para delante siempre es un descenso hasta el punto de no retorno. El abismo.

Es muy, pero que muy probable, que en este mundo cada vez más polarizado, extremista, radicalizado, corrupto y corrompido, individualista, que parece no saber qué es el sentido común y el bien común, y que promueve un «modus vivendi» basado sobre todo en principios económicos y financieros que se han convertido en la base del poder, en un futuro no muy lejano se constituirá un nuevo orden mundial para el bien de unos pocos y el mal de la mayoría. El riesgo de regresión es enorme; basta con ver lo que está pasando en algunos países, y no es solo una cuestión cultural o de fundamentalismo religioso. Es fundamental pararse a analizar en profundidad la raíz del problema. El tiempo apremia, por eso el cansancio desgasta la esperanza. Miguel Abreu. Oporto (Portugal).

  Una carroza dorada

Todas las televisiones, radios y prensa con el mismo tema. Y vemos a nuestros reyes, Felipe VI y Letizia, ataviados para la ocasión. El caso es que los británicos hacen gala y demostración de fuerza y unión con su familia real. Quien lo iba a decir en vida de Lady Di. Como la historia se escribe con tiempo, ahí estuvieron viendo los británicos a la reina Camila (este nombre muy bonito tampoco es, o quizá ya tiene una connotación negativa fuera del Reino Unido), que nunca pensaron que llegarían a tener. La mala del cuento. La madrastra. Y con la pompa y boato que les caracteriza hacen suyo el dicho aquel de «a los míos, con razón o sin ella». Como debe ser. Si un país no se quiere a sí mismo, que tampoco espere admiración ni respeto por parte de las demás naciones. En este punto sí tenemos algo que aprender en España. Empezando por apreciar lo nuestro, incluida a la familia real. Que no tiene ni más ni menos defectos que la inglesa. Claro que no hay nada perfecto. Pero con tanta carroza y ceremonia se ve la imagen de un cuento. Y los cuentos no son de verdad. Solo dan ilusión, que a lo mejor es lo que hace falta en estos tiempos. Una carroza dorada. M. J. Vilasuso. As Pontes. 

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