Este año se anuncia la emisión de un remake de Los ricos también lloran. La telenovela mexicana tuvo en 1986 a los españoles pendientes de la historia de Mariana, aquella joven, espabilada y humilde, que salvó por casualidad la vida de don Alberto, el empresario con la mayor fortuna del país. Se ve que los ricos lloraban entonces y siguen llorando ahora, lo cual interesa bastante a los pobres, que están pendientes de las lágrimas derramadas por aquellos en bodas, divorcios, ceremonias, partos de alquiler o juicios.
En 1986 el país vivía un intenso año político. España entraba en Europa y en la modernidad. En la Comunidad Económica Europea todos querían entrar. La permanencia en la Alianza Atlántica resultaba más complicada. La UCD había metido a España en la OTAN con menos del 20 % de apoyo social y el PSOE había prometido un referendo que, con una participación de menos del 60 % y la derecha pidiendo la abstención, salía favorable por un escaso margen de votos, pues el asunto interesaba más en el plano militar y político que en el plano social.
Aprovechando el resultado del referendo, Felipe González adelantaba las elecciones generales, perdía un millón de votos respecto a 1982, pero mantenía la mayoría absoluta. El PSOE consolidaba su dominio en España; la Coalición Popular de Fraga solo ganaba en Galicia; el centro se hundía, tanto el CDS como la operación reformista de Roca. La participación rondaba el 70 %; un 30 % pasaban de la política, de los cuales probablemente el 100 % no eran ricos. Ese 70 % de participación, que continúa siendo habitual en elecciones generales, baja al 65 % en las municipales.
Este año, los ricos votarán sabiendo que ya se aplica el impuesto de grandes fortunas, ese tributo complementario que grava el patrimonio neto de los más ricos, aplicando tipos del 1,7 % a los que tienen entre 3-5 millones, 2,1 % a los que tienen entre 5-10 millones y 3,5 % a los que tienen más de 10 millones. Se recaudarán unos 1.500 millones anuales durante dos años, aunque el Gobierno, si continúa, podría convertirlo en un impuesto permanente. Más de medio millar de españoles tienen más de 10 millones de euros. A la hora de pagar impuestos, los ricos también lloran. A la hora de votar, los ricos también votan. Es más, los pobres deberían saber que los ricos siempre votan.