Si hay una imagen que me viene a la cabeza en una impresión rápida de los resultados esta pasada noche electoral es la que titula este humilde artículo. Creo que dichos resultados provocarán sesudos análisis que redundarán básicamente en una idea principal, y es que se vislumbra claramente cuáles van a ser los escenarios electorales en los próximos meses de cara a las autonómicas gallegas y las posteriores elecciones generales. La política, si bien es un concepto inmaterial, no deja de estar supeditada también a las leyes de la física; y la gravedad, a veces más tarde o más temprano, acaba aplicando su implacable fuerza universal. Todo lo que sube, cae. Y sino que se lo digan al PSOE.
En ambos escenarios electorales, el denominador común es el PSOE y su pérdida de apoyo entre la opinión pública. Su 28M no deja de ser la continuación de un proceso paulatino de desgaste creciente de su marca por identificación evidente de la misma con su líder, Pedro Sánchez. Se hablaba de que estos comicios serían un examen al presidente del Gobierno, y lo ha suspendido. Pero también lo era para Feijoo, que sí logra ciertos éxitos en plazas muy importantes, y que de no conseguirlos le podría en apuros ante una «absoluta» Ayuso, que tendría más fácil ejercer de incómoda «Pepito grillo» del líder popular.
Habrá que ver también qué decisión adopta Feijoo, si cumple con lo dicho o acaba blanqueando definitivamente a la extrema derecha en España. De esa decisión dependerá la única tabla de salvación futura de Pedro Sánchez, una especie de «no pasarán» a través de frases como «impidamos que la extrema derecha entre en un Consejo de Ministros», o «votar al PP es convertir a Abascal en vicepresidente».
Respecto a Galicia, los socialistas también dejan de ser la fuerza más votada en el cómputo global, pero retiene importantes alcaldías aunque debería hacer una necesaria autocrítica respecto a su mala elección de candidatos en otras plazas. Y es que el caso de Santiago ejemplifica la importancia de la persona de los candidatos en las campañas municipales. El electorado progresista compostelano comparó a una bien valorada líder nacionalista frente a un muy desgastado alcalde socialista. Y lo ocurrido en Compostela no es baladí, porque subyace un proceso de consolidación y mejora de la marca BNG no solo en Santiago, sino en toda Galicia desde el sorpasso nacionalista en el Parlamento Gallego. Todo apunta a un cara a cara entre el presidente Rueda y Ana Pontón, y habrá que ver si de la primera alcaldesa de la capital de Galicia pasaremos a la primera presidenta de Galicia, o bien Rueda y el PPdeG lograrán aplazar la inexorable llegada de esa fuerza universal llamada gravedad, ante la cual todos, más tarde o más temprano, acabamos sucumbiendo.