Desde la llegada de Pedro Sánchez a la Moncloa, el PSOE había perdido todas las elecciones celebradas hasta la fecha. Así ocurrió en las gallegas y vascas del 2020, posteriormente en las andaluzas y en los adelantos de Castilla y León, y Madrid. Para cada una hubo una disculpa, una explicación a la medida, pero este vuelco es otra cosa. Un batacazo que deja un panorama desolador para el PSOE y que pondrá a prueba la indestructible capacidad de resistencia de Sánchez en las generales de diciembre.
Los socialistas pierden casi todo el poder local que tenían. Con Madrid ya nadie contaba. Pero sí con Barcelona, y no parece que vaya a ser posible. El resto de grandes ciudades, Sevilla, Valencia, Zaragoza y Palma, vuelcan también a la derecha. Pasa lo mismo en un montón de pequeñas ciudades en las que la división del voto conservador en tres partidos había jugado a favor del PSOE en el 2019. Ahora, tras la desaparición de Ciudadanos, entre las veinte ciudades más pobladas de España solo dos serán gobernadas por un alcalde socialista. En el ámbito autonómico, el PSOE solo resiste en Asturias, pero ha perdido la Comunidad Valenciana, Aragón, La Rioja y el santuario extremeño.
De manera que, más que ganar Feijoo, pierde Sánchez. ¿Cómo será su estrategia para digerir esta derrota? La receta no es nueva. Porque ahora el PP tendrá que lidiar con Vox en no pocos feudos. Las alianzas y los retratos incómodos (recordemos la foto de Colón) serán inevitables. Sánchez agitará el fantasma del miedo a la ultraderecha. Y queda por ver si desde la tropas de Abascal se lanza alguna nueva bravuconada que se convierta en fuego «amigo» para sus socios de turno. Feijoo tendrá que gestionar estos encajes, que no son precisamente de Camariñas.
Lo paradójico es que, para Sánchez, la cuestión territorial ahora mismo es la Comunidad de Madrid. Si durante los años de Aznar, el PP convirtió en tierra quemada territorios como Cataluña y el País Vasco, ahora al PSOE le ha ocurrido lo mismo con el territorio madrileño. La otra novedad es que se consolida la pérdida del gran granero histórico que siempre ha sido Andalucía, donde Juanma Moreno se consolida como el gran aliado de Feijoo para diciembre.
En Galicia, el PP solo podía mejorar, porque en el 2019 firmó los peores resultados de su historia. Pero, pese a la remontada, que se escenifica sobre todo en Ferrol, los populares no consiguen recuperar Ourense, la tercera ciudad de Galicia, y tendrán que seguir lidiando con Jácome, un monstruo que ellos mismos crearon. El PSdeG, pese a perder Ferrol y Santiago, resiste mejor a la marea azul que ha arrasado a los socialistas en la mayoría de las ciudades españolas. Y el BNG vuelve a su lugar histórico. Galicia sigue vacunada de la denominada nueva política, con el hundimiento final de las mareas y con un Vox que ni está ni se le espera.