Picasso, feminismo y desinformación

Juan Massana del Castillo POETA, PINTOR Y CONFERENCIANTE, HA SIDO PROFESOR DE LA SAINT LOUIS UNIVERSITY

OPINIÓN

MABEL RODRÍGUEZ

05 jun 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

De la vida de Picasso lo sabemos prácticamente todo, por tres simples razones: la proximidad en el tiempo; su temprano éxito, que ya supuso un seguimiento de su persona, y, esencialmente, porque han escrito sobre él ex mujeres, amantes, nietos, hijos… A pesar de ello, existe un retrato robot, una biografía no incómoda para el mercado del arte, que narra siempre la misma, parcial y heroica biografía. Con la celebración del 50 aniversario de su muerte, las feministas han reclamado, con razón, normalizar el conocimiento de Picasso y su machismo feroz

Es cierto que he visto reproducidas en algunos artículos sus famosas frases sobre las mujeres, del tipo «hay dos clases de mujeres, las diosas y los felpudos, y mi misión es convertirlas a todas en felpudos», o comentarios parecidos, pero nunca desde la óptica global de su carácter. Sabemos que siempre se mostraba sádico y dominante, ocasionalmente enamoradizo y muchas veces cruel. Y si le recriminaban esa crueldad, al considerarse un ser superior, se defendía diciendo que «ser injusto es una cualidad divina».

Pero el patológico egoísmo del artista iba más allá de esta actitud, y no solo con las mujeres, sino que alcanzaba también a familiares, amigos u otros artistas a los que envidiaba. Siempre actuó en su interés, por encima de cualquier valor en el sentido absoluto de la frase. Desde esta óptica hay que entender a Picasso.

Enumeremos algunos datos biográficos de su relación con las mujeres: Picasso se casó dos veces, tuvo cuatro hijos de tres mujeres e infinitas relaciones. Seis mujeres convivieron con él seis o más años. Dos de ellas se suicidaron: Marie Therèse Walter y Jaqueline Roque, y otra, prácticamente, enloqueció: Dora Maar.

La primera compañera que tuvo Picasso cuando se estableció en París fue Fernande Olivier, modelo de pintores, con la que vivió hasta sus primeros éxitos. Cuando la situación económica mejoró decidieron adoptar a una niña. La llamaron Raymonde. Le compraron vestiditos, jugaron con ella, Picasso le hizo algún dibujo e incluso la llevó al circo. Pero la niña hacía mucho ruido y Fernande no podía cuidarla porque había encontrado un nuevo amante. Decidieron devolverla al orfanato. Le pidieron a Max Jacob que se llevara la niña al hospicio de Caulaincourt, de donde la habían traído. Transcurridos tantos años, no se ha podido trazar el destino posterior de Raymonde.

Olga Khokhlova, bailarina de los ballets rusos, fue la primera esposa de Picasso. Este se cansó pronto de Olga, manteniendo múltiples relaciones fuera del matrimonio. La más significativa fue con MarieTherèse Walter, una joven de 17 años (menor de edad), seducida por un Picasso ya famoso, de 46 años. Al cabo de un tiempo de relación, Marie Therèse quedó embarazada de una niña, Maya, que más tarde escribiría el libro Picasso, the real family story. Bastó menos de un año para que Picasso se cansara de esa vida familiar. La niña lloraba, había que cambiarle los pañales y decidió cambiar a Marie Therèse por una inteligente y genial fotógrafa: Dora Maar.

Por cierto, Marie Therèse conoció esta relación y se dirigió al estudio de Picasso cuando Dora Maar estaba fotografiando el proceso pictórico del Guernica. Ambas mujeres se pelearon, literalmente, frente al artista, quien confesó que ver a dos mujeres peleándose por él era uno de los recuerdos más agradables de toda su vida.

Y así podríamos seguir desgranando innumerables ejemplos del machismo de nuestro artista con sus múltiples compañeras, pero también sobre su comportamiento frente a amigos u otros artistas, aunque la paradoja más curiosa es la percepción política de Picasso y el hecho que se convirtiera —y lo erigieran— como símbolo del artista de izquierdas hasta nuestros días.

Por supuesto, Picasso es uno de los autores definitivos del siglo XX, una de las piezas fundamentales en la aparición del mercado del arte, desde la ya olvidada subasta de La Piel del Oso (La peau de l'ours), celebrada en el hôtel Drouot en 1914, en la que Picasso se convirtió en el artista a seguir y su obra en un codiciado activo financiero; pero no podemos olvidar que es importante conocer al hombre detrás de su creación. Solo así, el placer de la lectura y la comprensión de la obra de arte será completa.