La pregunta parece sencilla, pero puede abrir una caja de Pandora interior en un arranque valeroso de auténtica sinceridad. ¿Cuál es tu mayor miedo? Cuando parecía que lo difícil era recitar curiosidades sobre Rusia o explicar quien es Confucio dando brazadas inútiles para intentar no morir ahogada en la confusión, llega un presentador de tupé arquitectónico con una pregunta metafísica en un concurso que se apoya al cien por cien en la física.
Y él mismo es capaz de revelar que quizá, el mayor miedo de muchos y de muchas no sea la soledad, la muerte, la enfermedad, el fracaso o la pobreza. El mayor miedo quizá sea que el camino de la vida acabe produciendo en uno mismo un ser tan ruin como el que en la pantalla devuelve en su pleno contexto y sin cortes mientras lee una tarjeta delante de una joven que primero está sorprendida, pero rápidamente cambia el rictus a abochornada ante un arquetipo que, tristemente, está lejos de ser especie en extincion. Un hombre que se permite humillar en directo a otro, compañero de trabajo detrás de las cámaras, porque su ego desmesurado y herido no ha sabido rectificar una errata: ¿cuál es tu mayor medio? Quizá el suyo sea que el mundo descubra que es un pobre diablo, un profesional bastante pobre, una persona mezquina, y que lo haga por medio de una sola vocal trastocada.