Silvio Berlusconi ha sido una figura muy controvertida. Visionario en los negocios, impulsó en los setenta un nuevo modelo de televisión que no solo cambiaría el, hasta entonces, monopolio estatal ejercido por la pública italiana, sino que le haría millonario y le permitiría ejercer una influencia social hasta ese momento desconocida. Transformó el medio de comunicación acercándolo a un público que demandaba productos de consumo fácil, al tiempo que construía un gran emporio empresarial. De gran ambición, dio el salto a la política en 1994 creando el partido Forza Italia. No tardó en convertirse en primer ministro, si bien de manera breve, debido al abandono de la coalición por parte de la Liga Norte al año siguiente. Alcanzaría el mismo puesto en dos ocasiones más, siendo el único que ha ejercido de primer ministro en tres legislaturas. Después ha ocupado diferentes cargos, el último como senador. Aquejado de una grave enfermedad, el hombre que se negaba a envejecer, ha fallecido a los 86 años.
Pero Berlusconi deja detrás de sí una estela con más oscuros que claros. Condenado por prostitución de menores, abuso de autoridad, fraude fiscal y corrupción, también se le vinculó a la mafia. Hábil manipulador del lenguaje político, logró impulsar su carrera gracias a un populismo mentiroso y manipulador, que hoy acaba con su fallecimiento.
Un populismo que también se tambalea en otras partes del mundo. Así, Boris Johnson, el ex premier británico, comunicó su dimisión como diputado anticipándose al anuncio de la Comisión de Privilegios del Parlamento de que mintió de manera descarada en el caso del denominado Partygate. Intenta así mantener su imagen ante un posible regreso a la política y recuperar el respaldo de su partido, dividido y cansado de tantos escándalos y enfrentado al fracaso del brexit.
Entre tanto, al otro lado del océano Atlántico, el mártir Donald Trump se enfrentará a un nuevo juicio, en este caso por 37 cargos federales. Tras comparecer en los tribunales federales de Miami, sin duda, volverá a denunciar la caza de brujas a la que se le somete desde que se sabe que se presentará a las elecciones. Populismo de hamburguesa que esperemos pocos se traguen.