Un enorme problema de credibilidad

Julio Ignacio Iglesias Redondo ALCALDE DE ARES

OPINIÓN

Julio Munoz | EFE

20 jun 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Tras la derrota del PSOE en las elecciones municipales y autonómicas, quien no vea la necesidad de un cambio profundo en la estrategia de Moncloa, que viene asumiendo sin paliativos Ferraz, se equivoca. La cuestión radica en analizar por qué ni los ERTE, ni la revalorización de las pensiones, ni la subida del SMI, ni el salario mínimo vital, ni una mayor creación de empleo, ni la mejor previsión de crecimiento económico para toda la zona euro, ni la bajada de la inflación, han logrado sumar más votos que la derecha, cuando todos deberíamos estar muy orgullosos (y los socialistas lo estamos) de la lucha contra la desigualdad. Pues no hay patriotismo mas auténtico que el que busca una vida digna para todos sus compatriotas. Está claro que el problema es otro. La falta de credibilidad.

La redistribución de la riqueza no puede descansar exclusivamente en la política fiscal. También es esencial crearla, ofreciendo confianza, ejemplos a seguir y abriendo canales de oportunidad para todas nuestras empresas. Intentando evitar enfrentamientos sin sentido, vacíos de contenido, con nuestros sectores productivos. Y menos aún descargando responsabilidades propias en espaldas ajenas. Los recientes enfrentamientos con algunas de nuestras empresas y con algunos de nuestros sectores, como con el campo español, son un pésimo ejemplo.

La lucha por los derechos de las mujeres es incompatible con la ideología queer. Porque ser mujer no es un sentimiento. Es un hecho biológico. Y postergar la lucha contra la explotación sexual y reproductiva de las mujeres tampoco fue un error menor. Evitar ambos seguro que nos ahorraría tener que sufrir el doloroso hashtag «feminismo no vota a traidores».

El respeto a otras maneras de ser y estar en España no puede implicar una renuncia a la propia identidad. El antiespañolismo no es ningún valor. Es un prejuicio tan deplorable como lo son el antigalleguismo, el anticatalanismo o el antivasquismo. Por lo que el PSOE también debe alejarse de los partidos separatistas. Y en el caso de Bildu, exigir arrepentimiento y perdón por el uso de la violencia y una plena y total colaboración para el esclarecimiento de los más de 300 asesinatos sin resolver. Porque las víctimas del terrorismo también forman parte de nuestra memoria democrática. Como las víctimas del franquismo. Por lo que no podemos olvidar ni a unas ni a otras. Ambas forman parte de nuestra historia. De una historia, por cierto, que tampoco puede alterarse ni borrarse, solo estudiarse. Razones por las que el PSOE también debiera alejarse de la llamada cultura de la cancelación, más propia de ideologías y regímenes totalitarios que de sociedades libres y maduras. Porque la historia solo se investiga, no se reescribe por nadie ni a cambio de nada.

El PSOE también debe evitar cualquier forma de radicalismo. Alejarse de los extremos. Y no dejarse embaucar por ningún canto de sirena a nuestra izquierda. Nuestra posición es la socialdemocracia. La defensa de un socialismo humanista en lo social, federalista en lo territorial y liberal en lo económico en pro de una economía mixta. Solo así podremos seguir siendo una alternativa de gobierno creíble y que siempre sale a ganar. Escorarnos hacIa una izquierda que siempre coexistió al lado de la nuestra (se llame PCE, IU, Podemos o Sumar) supone tener que sentarnos en la misma mesa para intentar comer todos de un mismo plato con solo unos cientos de miles de votos, apelando a un voto útil que realmente solo sería efectivo en las circunscripciones más pequeñas y abandonando y regalando a la derecha el inmenso resto, que son millones de electores. Precisamente, los que quitan y ponen gobiernos. Un amplísimo espectro muy poco o nada ideológico, sino, más bien, siempre dependiendo de cómo vengan, vean o le cuenten las cosas, emocional las más de las veces y racional las menos, para desgracia de todos. Renunciar a priori a conquistarlo y convencerlo es volver a condenar al PSOE a conformarse con salir a intentar reeditar un pacto que ya fracasó. Un sinsentido. Porque si durante la campaña del próximo 23 de julio el electorado sigue viendo lo mismo que en la pasada del 28 de mayo, lo más probable es que salga idéntico o parecido resultado.

Ya por último, también habría que evitar caer en las argucias tradicionales de la derecha, que son el miedo, la crispación y la alerta sobre lo que pueda venir, porque la derecha las usa muchísimo mejor. Y como acabamos de comprobar, tampoco nos bastaría con preguntarle a los posibles votantes del PP si están dispuestos a que sus pensiones vuelvan a revalorizarse solo unos céntimos, a volver a cobrar los 735 euros de salario mínimo o a que se haga negocio con unos medicamentos y una sanidad que todos estamos condenados a necesitar o con una educación que es la única llave de la igualdad de oportunidades para sus hijos. En consecuencia, es evidente que tendríamos que hacer algo más. Quizás algo tan simple y tan sencillo como volver a ofrecerles nuestro modelo de país. El que siempre defendimos y que tan buenos resultados nos dio. Pero, para volver a hacerlo, lo primero será que algunos de los nuestros lo tengan más claro. Porque jamás debieron depauperar, tanto por acción como por omisión, lo que ahora nos hace tanta falta. Y es aquí en donde radica un enorme problema de credibilidad.