Hace tres años por estas fechas España salía de la primera ola de la pandemia, que había sido dramática, y entraba de puntillas en lo que se bautizó como la nueva normalidad. Tres años y demasiados muertos después, el covid-19 sigue activo (más de 7.000 casos notificados en los últimos días, con 49 enfermos en UCI), aunque, afortunadamente, haciendo cada vez menos daño. Y poco a poco, esa nueva normalidad ha ido volviendo a nuestras vidas. Esto ha sido posible, fundamentalmente, gracias a las vacunas, mal que le pese a algún escéptico, que haberlos, haylos.
Ahora bien, ¿qué hay de nuevo en esta normalidad? ¿Realmente nuestros patrones económicos, sociales y culturales se han visto modificados en algo? Ante un acontecimiento tan disruptivo como el de esta pandemia, considero que estamos siendo unos desmemoriados. ¿Qué quiero decir con esto? Hemos tenido mucha prisa en pasar página, en hacer borrón y cuenta nueva, no hemos ido a las raíces profundas de la crisis y, por consiguiente, no hemos cambiado prácticamente nada de todo aquello que deberíamos haber cambiado, empezando por la atención que brindamos a nuestros ancianos frágiles en los geriátricos.
Las catástrofes sacuden durante un tiempo a la opinión pública que, adicta a lo inmediato, enseguida vuelve a dormirse: escribí esto mismo en estas páginas a propósito del regreso de los talibanes al poder en Afganistán (¿alguien se acuerda de esta salvajada?). Por eso me alegré muchísimo cuando La Voz de Galicia inició en marzo la publicación de la serie La sociedad poscovid, para hacer memoria de la pandemia desde el análisis serio y cabal de los datos. No tenemos que esperar la solución a nuestros problemas de quienes nos gobiernan: aparte de infantil, sería estúpido. Gozamos de un espacio de corresponsabilidad capaz de iniciar y generar nuevos procesos y transformaciones. Los ciudadanos debemos ser parte activa en la sanación de nuestras sociedades heridas, en la construcción de sociedades en las que, verdaderamente, el cuidado sea un valor político central. Y para ello lo primero es documentarse de manera sencilla y al mismo tiempo rigurosa. Y lo segundo, exigir cuentas a quien tan mal gobernó en nuestro país esta pandemia.