Ascensor averiado

Pedro Armas
Pedro Armas PROFESOR DE LA UDC

OPINIÓN

XOSE CASTRO

27 jun 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Vivíamos convencidos de que la socialdemocracia había instalado un ascensor social que permitía, gracias al acceso universal a la educación y a la sanidad, subir de estamento, ascender de clase. Es más, la lucha de clases perdía sentido en una época en la que se daba por hecho que cada generación viviría mejor que la anterior. Nos creímos que todos podíamos ser de clase media-alta y que la riqueza estaba al alcance de la mano. Por eso, cuesta convivir con la pobreza, incluso reconocerla.

La tasa Arope (At Risk of Poverty and/or Exclusion), utilizada en informes internacionales y encuestas nacionales sobre las condiciones de vida, mide conceptos como: baja intensidad de empleo, carencia material severa y riesgo de pobreza. Cuando hay discontinuidad y precariedad en el empleo, los ingresos son muy inferiores a la media y las carencias materiales en la vida cotidiana son evidentes, hay riesgo de pobreza o exclusión social. España viene mejorando la tasa en los últimos años, pero quedan entre 13-14 millones de personas en ese umbral de riesgo.

Algunos tipos de hogares padecen una carencia material más severa. Por ejemplo, de cada diez familias compuestas por un adulto, normalmente una adulta, con hijos a cargo: siete llegan con dificultades a fin de mes; seis no pueden afrontar gastos imprevistos de 750 euros; cinco no pueden pagarse una semana de vacaciones; tres tienen retrasos en el pago de la hipoteca, alquiler o facturas y no pueden mantener la temperatura adecuada en su casa: dos no pueden comprarse un coche a plazos o un buen ordenador, y una no puede comer carne o pescado cada dos días…

El riesgo de pobreza o exclusión social afecta a muchos, pero tiene como principales protagonistas a mayores, mujeres y, sobre todo, extranjeros, entre los cuales se encuentran cuatro de cada diez inmigrantes europeos comunitarios y seis de cada diez inmigrantes no comunitarios (ucranianos, hispanoamericanos, africanos). La inmigración será intencionadamente visualizada durante la campaña; la pobreza no, porque molesta a la vista. Entretanto, en ese edificio de barrio residencial, de propietarios de clase media, seguirá colgando el cartel de: «Ascensor averiado».