El regreso del dóberman

Xose Carlos Caneiro
xosé carlos caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

MARISCAL | EFE

03 jul 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Sucedió en 1996. Las encuestas, incluidas las del CIS, que por entonces no estaba presidido por el honesto Tezanos, otorgaban al Partido Popular una ventaja muy considerable sobre el PSOE. Unos hablaban de siete puntos; otros, incluso de doce. Felipe había gobernado durante cuatro legislaturas y controlaba todos los resortes del poder. A pesar de la corrupción que rodeaba a su partido, se veía aún con ganas de darle la vuelta a los sondeos. En 1993 ya lo había hecho. Tres años después, pilotando la nave de la organización socialista Cipriá Ciscar, podía obrarse de nuevo el milagro. Pero había que encontrar un punto de inflexión que diera un vuelco a las encuestas. Miraron a las democracias más avanzadas, como EE.UU., y vieron que la propaganda electoral se fundamentaba en atacar al oponente. 

En España había que hacer lo mismo. Entonces nació el dóberman enlatado en un vídeo violento, agresivo, belicoso (a mí me pareció mezquino). Existían dos Españas, una tétrica (en blanco y negro) y la otra alegre (a todo color). La tétrica era la del Partido Popular y sus líderes, de Álvarez Cascos a Aznar. De fondo, una voz en off proclamaba: «La derecha no cree en este país, mira hacia atrás y se opone al progreso». Todo un logro de la mercadotecnia electoral.

Eso sí, no ganaron. Pero rebajaron en varios puntos la diferencia y, finalmente, no llegó a dos. El PP obtuvo 156 diputados; el PSOE, 141. Gobernó Aznar. Cuatro años después obtendría mayoría absoluta y más de diez puntos de distancia sobre el PSOE. Parece que aquella legislatura del dóberman, y fiándonos de las votaciones del 2000, no le fue tan mal a España.

Han pasado muchos años, y cuando uno que pensaba que el perro fiero había fenecido para siempre, el perro fiero regresa. El dóberman ahora tiene otras formas más etéreas. Concretamente, el cánido se ha transfigurado en Leviatán, el mal, o la maldad, como afirma Pedro Sánchez. Están los malos de la derecha y él, el bueno. Se queja, incluso, y con un descaro que causa pudor al más pintado, que los medios de comunicación se han conjurado contra su Gobierno. La inmensa mayoría. La pasada semana le escuché decir que el 90 %, nada más y nada menos, obran en su contra. Lo dice sin rubor, como dijo lo de los indultos, lo de la sedición, lo de Bildu o Podemos, lo de la ley del «solo sí es sí», lo de los fallecidos durante la pandemia y tantas mentiras más. Una tras otra. Pero esta, a pesar del drama que conlleva, quizá sea la más melodramática: los medios se conjuran contra él. Qué medios, me pregunto (¿TVE, quizá?, por no citar a varias cadenas privadas). Cualquier persona informada solo puede sentir hilaridad ante tanta osadía: ¿nos toman por necios? A Sánchez no le importa. El mal está del otro lado. Él, como declara su ministra Isabel Rodríguez está «trabajando por la felicidad y el amor de todas las personas» (27 de junio del 2023). El dóberman quiere comerse todo. La felicidad y el amor, principalmente.