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Enfundado en su particular atuendo militar, y siempre con firmeza y determinación, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, sigue resistiendo la invasión rusa y contrarrestando con éxito muchos de los ocasionales ataques. Inasequible al desaliento, una y otra vez responde a los avances rusos y logra neutralizar su progreso en territorios ucranianos. Por otra parte, la ofensiva diplomática de Zelenski ha conseguido que la situación de la Ucrania invadida por Rusia se haya convertido en la realidad más perturbadora de la actualidad geopolítica mundial.
Está resultando así que el actor Zelenski ha ido acumulando una extraordinaria capacidad de resistencia que el propio Putin no parece saber cómo desmantelar. Porque, a la postre, se trata de una guerra en Europa que Zelenski consigue presentar como un conflicto en el corazón de Occidente y que, en buena medida, también atañe al mundo entero. Porque el presidente de Ucrania se desplaza a los foros más lejanos siempre que lo considera oportuno para exponer sus argumentos.
Lo verdaderamente malo es que esta extraña guerra sigue y que no está muy claro que Putin recuerde con precisión por qué la empezó. Él creía que la invasión era un paseo militar de unos pocos días. Pero la realidad mostró un rostro muy distinto, configurando la verdad de una larga guerra. Y lo malo es que todavía no se percibe un horizonte de entendimiento y de paz que pueda ponerle fin al despropósito bélico.
La realidad es que la invasión rusa de Ucrania ha pintado un futuro oscuro e incierto para el que todavía no se ven luces de entendimiento y acuerdo. Porque, a estas alturas, ya se debería vislumbrar un horizonte de paz. Pero en la medida en que está en juego el ser o no ser de un país, es muy difícil construir un acuerdo respetado por ambas partes. La invasión rusa, disfrazada de ofensiva diplomática, está claro lo que ha dado de sí.
La posibilidad de que EE.UU. entrene a los pilotos ucranianos, a la vez que permitiría a otros países que transfiriesen a Ucrania aviones F-16, parece destinada a evitar que los aviones rusos se adueñen de los cielos de Ucrania. Algo que Zelenski calificó de histórico, sobre todo si a ello se suma la mediación de China ante Rusia.
Porque parece que solo por estos caminos —complejos, pero complementarios— se podría llegar al final del conflicto. Algo todavía muy difícil, aunque ya no imposible.
Entre tanto, la revuelta fracasada del grupo Wagner, encabezado por Yevgueni Prigozhin, no ha dejado en buen lugar a Vladimir Putin, que busca cerrar unas grietas peligrosamente abiertas. Todo lo cual quiere decir que las incógnitas, lejos de despejarse, continúan.