No siempre diferenciamos con claridad estos términos. Si intentamos delimitarlos hemos de decir que el ser humano es moral por el hecho de poseer racionalidad —lo que le permite reflexionar sobre sus acciones y calcular las consecuencias de las mismas— y también un grado de libertad —en moral se da por supuesto que elegimos los actos—; es decir, no podemos dejar de ser morales ya que la moralidad va unida a nuestros rasgos esenciales. Dicho de otra manera: estamos obligados a actuar bien o mal.
Se consideran buenas las acciones que contribuyen a hacer mejor la vida y la existencia, inciden sobre la realidad transformándola en sentido positivo, y las acciones malas lo hacen en sentido negativo al causar destrucción y sufrimiento, pero nunca son amorales; es cierto que podemos realizar una acción indiferente moralmente, por ejemplo, si decido caminar dos pasos hacia delante o elijo abrir la ventana por el simple hecho de hacerlo.
El término amoral es aplicable solo a las acciones que no son humanas, a todo lo que se produce en la naturaleza, así también en la vida animal. Aunque en lenguaje coloquial decimos «este perro es bueno» o «este perro es malo», en sentido estricto conviene precisar que los animales no son sujetos morales, son amorales; solo los humanos somos morales, hasta el punto que no podemos dejar de serlo.
La ética es una rama de la filosofía que se ocupa de reflexionar sobre lo que debemos hacer con nuestros actos para actuar bien moralmente; es ideología, puede variar, intenta llenar el vacío de nuestra condición moral para orientarnos en este camino al tener que construir nuestras vidas. La moral nos dice qué debemos hacer, crea normas de conducta, por ejemplo, «no robarás»; en ética se reflexiona sobre el porqué. Si nos preguntamos por qué no se debe robar, creemos que robar atenta contra la justicia y pensamos en la justicia; eso ya sería ética, porque la justicia es un concepto filosófico.
En conclusión: la ética es abstracta, es filosofía, por lo tanto crítica. La moral concreta cómo deben ser las acciones para que sean buenas, y también se mezcla con las costumbres. Las acciones malas son inmorales, nunca amorales; el ser humano está obligado a definirse moralmente al ser inteligente, libre, y haber desarrollado la conciencia que le permite diferenciar el bien del mal y anticiparse a las consecuencias de los actos. No parece fácil vivir siendo humano.