El berberecho, la turista y el lenguaje inclusivo

Pedro Armas
Pedro Armas A MEDIA VOZ

OPINIÓN

Martina Miser

06 ago 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

En la palabra turista el sufijo -ista indica ocupación, no género (no existe «turisto»). Quizás a la turista partidaria del lenguaje inclusivo no le moleste que la llamen así, pero viene a Galicia, consume berberechos y se cuestiona tal denominación. Comenta que veraneó por la costa gaditana y onubense, donde al berberecho le dan un nombre aún peor: verdigón. El hostelero local le dice que por aquí también se le llama berbecho, berbicho o croque. Le sugiere escoger el nombre que quiera y le indica que le va a cobrar lo mismo. Escoge el último, menos identificativo, porque le parece menos sexista, pero, cuando cuente que en Galicia se hartó de comer croques a buen precio, deberá explicar que no se trataba de croquetas.

La turista, que además es animalista, empatiza con el berberecho, que tiene una vida corta y dura. Este bivalvo vive de dos a cuatro años semienterrado en los fangos de esteros y estuarios, filtrando plancton en aguas dulces o saladas. Casi todo el que se consume en Galicia procede de sus rías. Hay quien lo come en lata o en paella, pero la mayoría, en verano, lo prefiere fresco y al vapor, aunque conserve mejor su sabor a mar durante el otoño-invierno. Desde el punto de vista gastronómico, el berberecho es ideal: no aporta calorías y aporta proteínas de alto valor biológico, ácido omega-3, yodo y más hierro que las lentejas. Por su condición de hermano pobre de los mariscos y por su forma acorazonada, el berberecho se hace querer.

La preocupación lingüística de la turista por diluir el sexo del berberecho tiene su lógica. No en vano el berberecho es hermafrodita, se fecunda externamente lanzando al agua, a través de un sifón exhalante, gametos masculinos y femeninos. Sin embargo, ella no acepta eso de que, como especie dioica, tenga sexos separados. Propone la solución inclusiva, a la par que identitaria, de denominarle «berbereche». Seguro que a los académicos les parece mal, a los progres les parece bien y a los hosteleros les da igual.