«Demodé»

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

INTERNET

06 ago 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Es curioso ver como cada generación desarrolla su propia jerga. Hace poco, en la playa, unas mujeres maduras comentaban acerca del bañador de una tercera que estaba demodé, adjetivo que hacía años que no escuchaba y que en tiempos ochenteros era de uso cotidiano.

  

Cuando me reúno con mis pares generacionales aún salpicamos la conversación con coletillas viejunas del tipo «no te enrolles Charles Boyer» o «marchando que es gerundio» o «guay del Paraguay», expresiones mortecinas que para un miembro de la generación Z suenan a gramófono oxidado.

Las coletillas se sustituyen por otras que cumplen la misma función de diferenciarse a través de un nuevo código generacional. Hoy los nativos digitales contaminan mucho más sus expresiones con anglicismos tomados de internet y de la música sincopada que escuchan, usando contracturas del tipo «¿qué pasa bro?» A los de mi generación nos llaman boomers, a aquellos amores que no acaban de fraguar los llaman crush y lo que está de moda es cool; ya no se dice que has hablado con un desconocido, ahora se dice que has hablado con un random (en inglés aleatorio).

 Estar «mamadísimo», para los Z significa estar cachas, y gringe hace referencia a algo que da dentera o mal rollo. «Salsear» significa cotillear, tener una bronca con alguien se dice tener un beef. Lol viene de las siglas en inglés Laughing out loud que en español puede traducirse como «reírse a carcajadas»; cuando se ríen sin parar es porque están ante un «lolazo».

Las personas que hacen ghosting, lo hacen porque no son capaces de decir a la cara a otra persona que no les gusta, evitándola de todas las maneras posibles (muy popular en los consumidores de Tinder). Tener swag es poseer estilo; estar drippy es sentirse aburrido y un sinfín de palabros que para cualquier boomer nos resultan completamente ajenos. Cosas de la edad y la globalización.

Deberíamos hacer un recopilatorio de cosas viejunas que en su tiempo fueron el último grito y que hoy en día desaparecieron de los escenarios. ¿Qué me dicen del melón con jamón que adornaba cualquier menú «moderno»? ¿o del peligroso y multicolor cóctel de gambas, obligado en cualquier boda que se preciara? ¿O el impertinente sorbete de limón al cava para transicionar entre platos? ¿O del peligro de extinción del helado de corte de tres sabores emparedado en galletas? ¿Y del ginkasdelarios, el destornillador o el mulumba? Dudo que cualquier chaval sepa de lo que hablamos.

 Me contaban unos amigos que su hijo Z, al enseñarle una máquina de escribir declamó sorprendido: «!Anda, que curioso, escribe e imprime a la vez

Todas estas joyas se perderán en el metaverso como lágrimas en la lluvia.

Jesús!