Asados vuelta y vuelta

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

DANIELA YANES

09 ago 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Asados a fuego lento. Como se hacen las buenas parrilladas argentinas. Sin prisas. Vuelta y vuelta. Así están transcurriendo últimamente nuestras vidas sin que nos demos por enterados que entramos en un mundo nuevo, que hay que ponerse al tajo y, lo que es peor, que probablemente lleguemos tarde. Pero quedarse mirando, como estamos haciendo, nos conduce al desastre. Padecemos la tercera ola de calor de este verano, que aún llevamos por la mitad; con temperaturas inimaginables hace solo unos años. Hasta 44º C, aunque en Galicia seamos felices con alguno menos. Un disparate.

Pero no es solo esta semana. El mes de junio fue el más cálido en 120.000 años. El 2022 también fue el más caluroso de la historia. Los países mediterráneos batimos récords. Las altas temperaturas del mar, que reducen el oxígeno en el agua, se llevan por delante fauna y flora. El Mediterráneo alcanza los 25ºC. Nos anuncian que el calor máximo y las sequías serán más frecuentes y que viviremos fenómenos meteorológicos extremos.

Ya no es una amenaza. Es una realidad que el pasado año los efectos del calor acabaron con la vida de 61.672 personas en Europa, y 11.324 en España. Y que esto va en serio nos lo está diciendo la ONU que asegura que alcanzamos un punto de no retorno y que ya no se puede hablar de calentamiento y sí de ebullición global. «Es aterrador. Y esto es solo el principio», ha dicho su secretario general Antonio Guterres. La gravedad es tal que los científicos advierten del colapso de la corriente oceánica que regula nuestro clima.

Sea como fuere, hasta el primo de Rajoy debió de darse cuenta que entramos en un mundo nuevo y que el clima nos está modificando la forma de vida afectando a toda nuestra actividad. En desaparición de especies, cambios territoriales, aumento de precios alimentarios o desertificación. Son algunos de los peajes que pagamos por no tomarnos en serio la adopción de medidas. Las emisiones de gases invernadero van en aumento, derrochamos agua y energía, el compromiso medioambiental de empresas de todo el mundo brilla por su ausencia, las industrias siguen lanzando a la atmósfera los desechos, nuestro sistema alimentario es incompatible con la defensa del medio y China, EE.UU. e India se llevan las medallas a los más contaminantes.

Quienes tienen la capacidad de decidir para frenar este horneado no se quieren enterar. La negación del cambio climático es muy habitual entre quienes dirigen nuestros destinos. O dicen aceptarlo pero no actúan. Y así nos va. Por ejemplo aquí, nuestros alcaldillos presumen de cambiar vegetación por cemento, los pactos autonómicos de la derecha comprometen ampliaciones de superficie y recursos para regadío y quieren destrozar Doñana. Lo preocupante es que diez millones de españoles están siendo gobernados por quienes creen que el cambio climático, ahora ya ebullición climática, es un fraude. Aunque el fraude sean ellos.