Los que nacimos y vivimos en Lugo sabemos bien lo que es convivir con los animales salvajes día tras día. Desconozco si en otros lugares ocurre algo similar, que a veces resulta extraordinario y otras se lleva por delante vidas y familias enteras. Salir a pasear con el perro y de pronto un corzo sale galopando a unos metros o un zorro emprende huida tras percatarse de que no está solo. Todo ocurre a unos pocos metros de la ciudad de Lugo. El momento resulta esclarecedor, mentalmente hablando. Delicado, pacífico, inspirador. Pero todo cambia cuando hablamos de la seguridad de la gente que vive o está de paso en esta provincia, la más rural y extensa de Galicia.
Nosotros sabemos lo que es ir conduciendo y que, a unos metros, un animal salvaje atraviese la carretera. El corazón palpita y se acelera. Son unos segundos los que deciden si hay o no accidente y la gravedad del mismo. Todos conocemos a alguien que se ha empotrado contra un jabalí, y la parte buena de que nos lo hayan contado en primera persona es que han vivido para hacerlo, aunque el susto se asienta en el cuerpo del conductor y permanece encerrado meses o incluso años. Y no hay nada más terrorífico que conducir con miedo.
Abel y Álex no lo contarán. Con 18 años y una vida por delante, todo se truncó en una carretera de Chantada porque un jabalí irrumpió en el asfalto. Y habrá que ver la vida qué depara al conductor del coche accidentado, que salió ileso pero tuvo que ser atendido por un ataque de ansiedad. En resumen, tres familias rotas para siempre. No hay consuelo posible para una madre o un padre que ha perdido a su hijo. Y más en estas circunstancias. Volvían del fútbol.
Las administraciones han puesto en marcha medidas para intentar frenar los accidentes provocados por fauna salvaje, pero lo sucedido en Chantada evidencia que no son suficientes ni abundantes.
Fueron más de 1.500 siniestros en Lugo el año pasado. Es la provincia más afectada por esta lacra. Y esta es la cifra oficial. El expresidente Feijoo y el presidente de la Diputación de Lugo, José Tomé, lo vivieron en sus propias carnes. Y ambos chocaron contra un jabalí.
¿Cuántas vidas más se van a romper mientras esperamos? Esta vez fueron Álex y Abel. ¿Quiénes serán los siguientes?