Corredor Atlántico: las palabras no son suficientes
OPINIÓN
![](https://img.lavdg.com/sc/ZWwyj_AN1HJBxTr_6E0LEr0Vf8E=/480x/2023/08/15/00121692115142490805701/Foto/j15g3040.jpg)
En el actual contexto de emergencia climática y crisis energética nadie cuestiona la imperiosa necesidad de encontrar fórmulas que permitan realizar el transporte de mercancías de la forma más sostenible posible, minimizando la emisión de los gases que contribuyen al cambio climático. En la consecución del referido objetivo resulta determinante el fomento del transporte ferroviario de mercancías, frente a la excesiva cuota que representa en España el transporte de mercancías por carretera (en el entorno del 95 % de las toneladas/kilómetro transportadas). Es este contexto en el que deben avanzar los desarrollos de los corredores ferroviarios de mercancías en su triple vertiente: la de la planificación y construcción de las infraestructuras previstas, la del despliegue de los correspondientes servicios ferroviarios y, por último, la del desarrollo de los mecanismos y organismos de gestión centralizada que permitan optimizar su funcionamiento.
Desde su diseño inicial, el despliegue del Corredor Atlántico ha tenido que superar continuos obstáculos en su desarrollo: inicialmente, en el Reglamento número 1316/2013, por el que se crea el Mecanismo Conectar Europa, Galicia y todo el noroeste de la península ibérica quedaban excluidos de la red básica; en esa misma línea de olvido y marginación, el documento Mercancías 30, elaborado por el Ministerio de Transportes en mayo del 2022, no contemplaba entre los corredores prioritarios para el despliegue de las denominadas autopistas ferroviarias ninguno en el ámbito territorial del noroeste de la península ibérica (las autopistas ferroviarias son servicios intermodales que transportan en trenes camiones o semirremolques, que después recorren los últimos trayectos por carretera); por último, en el ámbito de la gestión, en los últimos días hemos conocido que Galicia está excluida del órgano centralizado que funciona a modo de ventanilla única para gestionar los tráficos ferroviarios —ni Galicia ni el todo el noroeste están incluidos en los mapas de surcos ferroviarios a disposición de los actores logísticos—.
Para superar esa verdadera carrera de obstáculos en que se ha convertido el desarrollo del Corredor Atlántico ha sido imprescindible iniciar un camino de reclamaciones, peticiones y reivindicaciones que han demandado tiempo y energía, permitiendo, no sin esfuerzo, conseguir, en algunos casos, las oportunas rectificaciones, como la ampliación del Corredor Atlántico incluyendo las conexiones portuarias de Galicia y Asturias, y, en otros, las correspondientes matizaciones y justificaciones por parte de los responsables ministeriales de la referida marginación. Justificaciones, por cierto, no siempre suficientemente argumentadas.
La planificación, diseño, construcción, puesta en servicio y operación de cualquier infraestructura resulta ya de por sí suficientemente ardua y compleja como para verse dificultada por la aparición de continuos inconvenientes que dificultan, ralentizan o impiden su desarrollo, como ocurre con el Corredor Atlántico de mercancías. En este escenario se hace más necesaria que nunca la implicación de toda la sociedad gallega, así como de sus instituciones, en la reclamación de un rápido desarrollo del Corredor Atlántico, que nos permita disponer de un transporte eficaz, eficiente y respetuoso con los objetivos de desarrollo sostenible. El Consejo Económico y Social de Galicia, como ente consultivo de la Xunta de Galicia, lleva años trabajando en esa línea. Trabajo y seguimiento que debe necesariamente verse apoyados por la existencia de un responsable del despliegue del corredor, con dedicación y competencias plenas, que disponga de la suficiente autoridad, que actúe con transparencia, sea accesible, respetuoso institucionalmente y que, con la debida profesionalidad, pueda coordinar, informar y si es necesario exigir el cumplimento de un cronograma de despliegue público, transparente, realista, viable y dotado de los recursos presupuestarios necesarios.
Porque en la historia del Corredor Atlántico de mercancías, al igual que en la de las infraestructuras de Galicia, las palabras ya no son suficientes.