El próximo Gobierno

Carlos G. Reigosa
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OPINIÓN

Álex Zea | EUROPAPRESS

04 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Todavía no he logrado entender el reciente encuentro en el Congreso entre el líder del PP, Alberto Núñez Feijoo, y el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, sobre la posibilidad de que los populares gobernasen durante los próximos dos años, para después convocar elecciones. Algo muy difícil de argumentar, porque Sánchez ya está jugando otra partida de la que espera un resultado claro e inequívoco: su continuidad al frente del Gobierno. Aunque esto lo consiga pagando lo que quizá no debiera a partidos nacionalistas o independentistas catalanes y vascos. 

En su último libro, titulado La España en la que creo, Alfonso Guerra ya había escrito que «no se puede funcionar con etarras e independentistas», y criticó el Gobierno de Sánchez con podemitas y compañía. Pero Pedro Sánchez ya había empezado su larga marcha hacia la permanencia en el poder, en la que persiste con denodado tesón.

«Si yo cediera lo que va a ceder Sánchez, el presidente sería yo», ha dicho Núñez Feijoo, y tal vez tenga razón. Pero Sánchez juega en otra pista desde hace muchos años, y para él no será demasiado difícil desarrollar la estrategia que ahora está poniendo en marcha. Aunque ciertamente siempre existe el riesgo de que brote un hartazgo social ante algunas de sus concesiones políticas. Algo que tratará de evitar, porque Sánchez ha acreditado largamente que nada lo inquieta más que perder el poder. El actual primer secretario del PSC, Salvador Illa, ha abogado por la concordia y el reencuentro en Cataluña para abordar las negociaciones entre los diferentes partidos de cara a la investidura de Sánchez, y ha pedido «discreción» en las negociaciones. «Cataluña —dijo— tiene un enorme potencial y tiene que implicarse en el Gobierno de España en el marco de Europa. Ahora es el momento de la discreción». ¿Todo es tranquilizante? Sí y no. Porque tanta demanda de discreción hace pensar que se está avanzando por senderos políticos inciertos o peligrosos. El ansia de Pedro Sánchez por permanecer en el poder no comparece como un elemento de sosiego o de calma. Más bien, parecemos avanzar con un rumbo incierto, con el exiliado Puigdemont en el horizonte. Lo que hace que las incógnitas, los temores y las porfías continúen. Mientras, el presidente Sánchez avanza haciendo equilibrios por el laberinto del poder. La formación del próximo Gobierno arrojará algunas luces, sin duda.