En el Salón del Automóvil de Múnich, que se inauguró esta misma semana, saltaron todas las alarmas cuando el consejero delegado de Volkswagen, Thomas Schäfer, soltó una frase lapidaria diciendo que «el futuro de Seat es Cupra». Seguramente Schäfer no midió el alcance de sus palabras o no supo matizar el mensaje.
Hablar del futuro a largo plazo, en el inestable escenario actual de la automoción, es arriesgado, incluso para los CEO de los principales grupos automovilísticos, porque en los próximo diez años el panorama va a cambiar radicalmente.
Dentro de Volkswagen, como en el resto de grupos de automoción, se está produciendo un ajuste para encajar sus diferentes marcas, entre las cuales ha irrumpido, como la más joven, Cupra, nacida en el 2018 desde la matriz de Seat. En la baraja del grupo hay que hacer sitio a Volkswagen, Skoda, Seat y Cupra, y esta última es la que parece desarrollar una personalidad más deportiva, tecnológica y electrificada. Además, la trayectoria comercial de la marca, tanto en el lanzamiento de nuevos modelos como en el crecimiento de sus ventas, avala su futuro, con una mayor rentabilidad por vehículo y con perspectivas para entrar en nuevos mercados como Estados Unidos.
Por todo esto, no deja de tener razón Schäfer cuando dice que el futuro de Seat es Cupra, pero le faltó señalar que Seat, la marca matriz, sigue siendo clave en el tablero de Volkswagen, ya que posee una de las fábricas más modernas y productivas del grupo: Martorell, que afronta ya su proceso de electrificación para los modelos del futuro y que además está más fuerte que nunca con modelos vigentes, referencia a nivel europeo en sus segmentos, como son el León, el Ibiza o el Arona, que abordan el paso a la electrificación con motores híbridos enchufables que llegarán en breve. De hecho, las ventas de la marca han crecido en lo que va de año un 18 %, con 200.000 coches vendidos. Aunque muchos hayan querido darla por muerta, parece que está muy viva.
Seat, además, tiene un plan para abordar la electrificación dentro del grupo Volkswagen, jugando un papel determinante en los próximos años. La movilidad va a a cambiar mucho de aquí al 2030 y cobrarán importancia nuevos planes y modelos de negocio, especialmente entre los más jóvenes, como es la micromovilidad, los abonos o el coche compartido. Habrá hueco en las ciudades para coches más pequeños, de carácter urbano y uso comunitario, y ahí es donde Seat puede labrarse su futuro; un futuro en el que ya ha empezado a experimentar con la marca de motos eléctricas Mó y los patinetes. Los nuevos modelos de negocio preocupan mucho a todos los grandes fabricantes mundiales, sabedores de que la propiedad del automóvil pierde valor entre las nuevas generaciones. Los jóvenes no quieren ser responsables de un coche difícil de aparcar y costoso de mantener y prefieren tomarlo en la calle cuando lo necesitan (carsharing) o alquilarlo en vacaciones para devolverlo después. Y Seat ya está en ello.