Entre los posmodernos hay carcas, pero hay más progres. Los primeros son reaccionarios, pero los segundos no son revolucionarios; no son aquellos utópicos que leían a Marcuse y desconfiaban de la democracia cosmética. Unos y otros ya no se consideran de derechas o de izquierdas. Asumen el fin de las ideologías pensando que es muy moderno, cuando Fukuyama anticipó el fin de esta historia hace ya más de tres décadas. Su adanismo los lleva a sentirse cada día protagonistas de hitos históricos, sin caer en que solo se creen históricos los que no conocen la historia.
Dan por hecho que el estado del bienestar siempre ha estado ahí. Muchos desconocen que lo inventaron los socialdemócratas. Dedicados a la meritocracia, viven convencidos de que todos son de clase media; una clase media aspiracional, con pautas de consumo propias de la clase alta. Tienen expectativas de ascenso social que anulan cualquier atisbo de lucha de clases, ni siquiera de lucha contra los privilegios de clase. Si son hijos de trabajadores y alguien les recuerda que debieran tener conciencia de clase, le acusan de marxista, a modo de insulto, pues están de vuelta del marxismo sin haber ido.
Aprovechando la posmodernidad, el neoliberalismo ha fagocitado todo lo que no es economía. Ha hecho suyas políticas identitarias, con tal de que no se hable de políticas redistributivas. Ha asumido, por conveniencia, que la diversidad ha desplazado a la igualdad y la emoción a la razón, siempre que no se trate de la razón económica, asimilada a la lógica de la iniciativa privada y del libre mercado.
Los posmodernos, transversales por excelencia, además de manifestarse en contra del machismo, la xenofobia, la nueva derecha o la vieja izquierda, se declaran animalistas, feministas e inclusivos lingüísticos, aunque consideran que el principal avance de la modernidad consiste en poder hacer ostentación de su identidad de género u orientación sexual, escogiendo entre un amplio espectro: agénero, cisgénero, intergénero, pangénero, transgénero, trigénero, asexual, bisexual, demisexual, grisexual, pansexual, polisexual... Para los más posmodernos lo importante es la identidad personal, no la función social.