La igualdad, según Sánchez: primero Cataluña

Javier Armesto Andrés
Javier Armesto EL QUID

OPINIÓN

OLIVIER HOSLET | EFE

20 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El uso de las lenguas cooficiales en el Congreso fue el peaje que el PSOE de Pedro Sánchez tuvo que pagar para que Francina Armengol recibiera el apoyo de los nacionalistas e independentistas (Junts, ERC, EH Bildu, PNV y BNG) para hacerse con la presidencia de la cámara. No parece que la medida vaya a hacer que sus señorías se entiendan mejor en el hemiciclo, como pudo verse ayer con el numerito de los parlamentarios de Vox abandonando la sesión y dejando el pinganillo en el escaño vacío del presidente en funciones. Pero tampoco es la Torre de Babel que vaticinan algunos.

A la misma hora que Gómez Besteiro estrenaba el gallego en la Carrera de San Jerónimo, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, iba en misión imposible a Bruselas para conseguir que la lengua de Rosalía, junto al catalán y el euskera, fueran admitidos también en el Parlamento Europeo como oficiales. Países como Suecia o Finlandia ya habían mostrado su oposición a esta propuesta, pues ello significaría abrir la puerta igualmente al bretón, el corso, el frisón, el mirandés, el friulano, el occitano, el siciliano, el sardo, el sorabo, el asturiano, el aragonés, el yidis, el romaní y hasta el sami de los lapones. Decenas y decenas de lenguas minoritarias, y supongo que podríamos meter en el mismo saco el silbo canario.

En Europa, a Sánchez le bajaron los humos y le dijeron que esas cosas llevan tiempo, que es la forma elegante de decirle que «ni hablar». Y entonces, su enviado especial dijo que bueno, pero métanme primero el catalán, que es el que nos interesa darle «prioridad». Que el gallego y el euskera pueden esperar, pero el catalán no, porque así lo exige la formación política que tiene los siete votos que dan la llave de la investidura de Pedro Sánchez.

No debe sorprender. El concepto de igualdad de este Ejecutivo se resume en: primero Cataluña, luego los demás. Y mientras concede indultos y negocia amnistías, quitas de deuda mil millonarias y otros chantajes, el aceite sigue subiendo y nadie se ocupa de los problemas reales de los españoles desde hace dos meses. ¿Usará Sánchez el catalán en la ONU?