Israel: las cosas por su nombre
OPINIÓN
Tal vez algunas personas piensen que es necesario saber cómo se han llegado a producir estos sangrientos atentados en un Estado concebido bajo la premisa de la seguridad. Otros pedirán responsabilidades y que rueden cabezas.
Hay quienes, cegados por la carga ideológica y partidista, no son capaces de ver lo evidente: que cuando unas personas armadas disparan al albedrío contra una masa de jóvenes en un festival de música, cuando unos enmascarados entran en las casas de gentes sencillas y les pegan un tiro o les secuestran, cuando decapitan bebés… no es necesario que venga el comisionado de la ONU para constatar que eso se llama terrorismo.
La ceguera política es peligrosa. Los que aplican el argumentario standard y manipulado desde hace décadas —políticos o no— se quedan fuera de los criterios éticos más básicos. No se puede ver el linchamiento de una chica y negarse a calificar esto de terrorismo.
Nosotros, desde AGAI, creemos que ha llegado la hora de retratarse. Es la hora de definirse, de pronunciarse, es el momento de llamar a las cosas por su nombre.
Hamás es una organización terrorista, Al Qaeda es una organización terrorista, la Yihad Islámica es una organización terrorista y los miles de cohetes lanzados desde Gaza hacia Israel son un ataque de terror. La guerra —en todo su horror— tiene reglas y responde a un cuerpo legislativo y a una jurisprudencia, y las prácticas cometidas por estas organizaciones están fuera de todo ello.
La comunidad internacional se ha pronunciado sin fisuras condenando los ataques salvo, claro, los que ya sabemos que apoyan y financian a los grupos terroristas como Irán o Catar. Tampoco debemos esperar otra cosa de regímenes tan alejados de la democracia, pero sí debemos esperar más de los que se dicen «progresistas» y defensores de las libertades y los derechos humanos: estos que ya intentan ahora retorcer los acontecimientos para, una vez más, mostrar al pueblo palestino como la víctima de Israel.
Este discurso es el mismo que todos los grupos terroristas palestinos han intentado hacer calar en su pueblo y han esgrimido durante décadas para conseguir el beneplácito de los organismos internacionales, de los medios de comunicación y, en definitiva, de una buena parte de la sociedad del mundo occidental.
El único responsable de la miseria en la que viven los ciudadanos palestinos son sus propios dirigentes. El verdugo del pueblo palestino no es hoy otro que Hamás, los mismos que ponen un fusil en las manos de niños de cuatro años, los que no dudan en disparar sus cohetes parapetados tras su propio pueblo al que utilizan como escudos humanos. Llevan años engañando a su gente, culpando al vecino de todas sus desgracias, utilizando los fondos internacionales para comprar armas o cavar túneles para atacar a Israel, en lugar de construir escuelas para formar a sus hijos.
Ojalá que este negro episodio de la historia sirva para que muchos palestinos despierten del engaño.
Insha'Allah (Si Dios quiere).