En el día cuatro d.f.p.b. (después de la foto de Pedro con Bildu), una de las partes contratantes de la adjetivada imagen pasea su blanqueamiento por los pasillos del Congreso. Aquella foto, ese «hito» gentileza de Sánchez, parece haberle sentado bien a Mertxe Aizpurua: su mirada dice que este pasillo y este Congreso es hoy un poco más suyo que ayer, pero menos que mañana; sus ojos cuentan que con Pedro todo se andará. En este día cuatro d.f.p.b. Aizpurua, eufemismo de Arnaldo Otegi, luce indumentaria a juego con sus incontables dientes y colmillos, una chaqueta blanco nuclear que tanto vale para un roto como para un descosido: con un fonendo, Mertxe pasaría por doctora, en plan «vengo de girar consulta al paciente Sánchez. Si me hace caso, saldrá de esta». En realidad, es público y notorio que lo que tiene Mertxe es vocación de pacifista, de ahí su aparición en clave blanco paloma de la paz. Sí, es natural que esta mujer haya hecho carrera en Bildu.