Un día te levantas sin saber quién es María Pombo y escuchas hablar de ella. Te preguntas quién diablos es esa mujer. Vas a san Google y una cifra te arrastra. La siguen tres millones de personas en Instagram. Husmeas. Ella aparece comiendo cosas que pintan ricas y luciendo trajes. Y enseña mucho a un niño y a una bebé, que son sus hijos. No sabes en qué momento empiezas a seguirla. Pero ya debes llevar tiempo porque sabes que su crío se rompió un brazo y el chaval ya anda campante sin la escayola. De María Pombo, quién sabe cómo, saltaste a sus hermanas, que también han hecho negocio de exhibir su existencia. Y a muchas y muchos más. Estás en la rueda, tú que te jactas de leer a los clásicos y de tener dos dedos de frente. Un día haces cálculos. Has desayunado con María Pombo metiéndole tijera al vestido que llevó a una boda porque le molestaba para bailar. Sabes que Cristina Cerqueiras (505.000 seguidores) voló a Fuerteventura y que tuvo un problemilla con el DNI que puso nervioso a su novio. Y te has enterado de que Hugo Pérez Cabaleiro (exconcursante de La isla de las tentaciones al que siguen 692.000 personas en Instagram) igual no logra coger un avión a cuenta de una escala justísima en Madrid, mientras Lara Tronti (648.000 seguidores en Instagram), su novia y futura madre de su hijo, está decorando la habitación del crío y no sabe si separarla con una puerta del baño. Sabes qué comieron y qué van a cenar. Lo sabes todo. O quizás no sabes nada. Porque lo que desconoces es si a tu madre le duele el brazo que se rompió o si tu padre sigue sin dormir bien. No has podido llamarlos porque, al fin y al cabo, el día tiene 24 horas y a ti, literalmente, no te da la vida.