A pies juntillas

Francisco Ríos Álvarez
Francisco Ríos LA MIRADA EN LA LENGUA

OPINIÓN

J.J.Guillén | EFE

04 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Leemos en los periódicos sobre las críticas a algunos dirigentes del PSOE de la vieja escuela porque —se dice— siguen a pies juntillas a Pedro Sánchez. No debe ser fácil seguir a nadie manteniendo juntos los pies, como no sea dando saltitos. A esa postura parece referirse el término juntillas, que en el Diccionario aparece solo en la locución adverbial a pies juntillas. Se emplea esta con dos sentidos. El recto es ‘con los pies juntos', y el figurado, ‘firmemente, sin discusión'.

Sobre el origen de su empleo con el segundo hay varias hipótesis, la más frecuente de las cuales se refiere a un juego infantil que, según señala Juan Gil (La ocasión la pintan calva), «consistía en saltar con los pies juntos y los ojos tapados siguiendo las instrucciones de un compañero: implicaba, por consiguiente, confianza ciega y seguir sus indicaciones al pie de la letra».

La locución tiene tres versiones: a pie juntillas, a pie juntillo y a pies juntillas. La primera es la más empleada en América, y la última, la usual en el español europeo, mientras que a pie juntillo ha caído en desuso. Aunque hay quien cree que se han sucedido en el tiempo, las tres nacieron en la misma época, pues todas se documentan a partir de mediados del siglo XVI. La aparentemente más actual ya la usaba Quevedo: «Al tomarla el escribano / confesión de lo que ha hecho, / ella niega a pies juntillas / lo que pecó a pies abiertos». Pocos años antes la había utilizado Cervantes en la segunda parte del Quijote. Tanto esta como las otras se emplean casi exclusivamente con los verbos creer y negar.

Las discordancias de esta locución han traído de cabeza a los estudiosos, que las suelen justificar aludiendo a su origen popular. «Hay en nuestra lengua ejemplos varios de tales concordancias como la presente —escribe Sbarbi—, formadas por el vulgo para significar juegos de muchachos, como el que denota la presente frase. Si de muchachos e indoctos nació la expresión, no es extraño que dijeran a pie juntillas, a ojos cegarritas, y otras». Julio Casares, el recordado autor del Diccionario ideológico de la lengua española, lo consideraba un idiotismo, una de las muchas expresiones asentadas en español que no se ajustan a las reglas gramaticales.

Estamos de acuerdo, aunque no hay por qué añadir que lo estamos a pies juntillas.