Las palabras que pronunció Felipe González el miércoles por la noche quedaron sepultadas con el acuerdo de este jueves. Felipe González, en un intento de frenar el viaje hacia ninguna parte de una legislatura con el PSOE vendido a los independentistas, dijo: «La amnistía no merece la pena por siete votos. Hay que ir a ganar las elecciones, si se repiten». El histórico expresidente socialista añadía lo que podría pasar y va a pasar en una declaración que divulgaba la fundación que lleva su nombre: «El perdón a los implicados en el procés sin consenso político deshará la convivencia». No sirvió de nada. Sánchez ha firmado con Puigdemont la impunidad por esos siete votos.
Estamos ante un día histórico, una fecha que recordaremos. Hoy la transición ha muerto. El mejor período de convivencia y progreso pactado por la mayoría de los españoles ha llegado a su fin. Terminan más de cuatro décadas de acuerdo. El documento que se conoce de cuatro folios es una entrega absoluta por parte de Sánchez. Puigdemont consigue todo lo que quería y más. Logra que el conflicto se internacionalice. Lean bien la frase. Supone que la democracia española necesita ayuda externa para ser una democracia. Algo inaudito en un país como el nuestro con una estándares de normalidad garantizados por una Constitución que este diciembre cumplirá 45 años. Se dan más pasos hacia el precipicio, que es la senda del abismo. Se firma una impunidad total para todos los secesionistas hayan hecho lo que hayan hecho. Es como presentíamos, sin conocer todavía todo el texto de la proposición de ley de amnistía, una amnistía del delito. Los triunfadores de Junts son los únicos que tienen que celebrar. El resto del país mira asombrado lo sucedido. No solo la derecha, como se nos pretende hacer ver. Son miles los españoles de centro que no están de acuerdo con este pacto de dos partes en el que los socialistas cegados por investir a Sánchez a cualquier precio han aceptado todas las condiciones que les ha impuesto un president que se fugó en el maletero de un coche después de protagonizar unos hechos muy graves.
Los cuatro folios firmados, a la espera de conocer la propuesta legislativa, suponen un cheque en blanco para Cataluña. Se hace por una supuesta convivencia que en realidad cuestiona de forma tajante las instituciones que garantizan el día a día en concordia de este país. Quedan en entredicho la figura del rey y la contundencia de sus palabras tras el 1-0, la justicia, la policía… Además se regula desde ya que habrá comunidades de dos categorías distintas. Estará Cataluña en la Champions de las autonomías. Suponemos que el País Vasco alcanzará ese rango cuando firmen el PNV y Bildu. Y estaremos el resto de autonomías, que seremos de segunda división, sin privilegios económicos. Es por todo esto que lo acordado nunca será un asunto de bloques, de dos Españas, como nos quieren hacer ver. Es una derrota del sentido común. La España de centro no tragará con la muerte de la transición. Con esta segunda transición, o transacción, solo para algunos. España fue.