La sorpresa de lord Cameron
OPINIÓN
Efectivamente. David Cameron vuelve a la primera línea de la política británica. Es más, en adelante será la cara de Reino Unido en el mundo; su principal embajador. Esta noticia, que bien podría servir como anticipo del Día de los Inocentes, habría sido recibida por la opinión pública global como un auténtico shock si no fuera porque, en los tiempos que vivimos, donde ya nada parece imposible, el excesivo caudal de la actualidad tiende a nublar nuestra memoria.
También la de Rishi Sunak. Apenas unas semanas después de haberse presentado como «agente del cambio» en la última conferencia de su partido, tratando de desmarcarse así de sus predecesores, el premier decidía recuperar a uno de ellos; precisamente, a quien había inaugurado la situación de caos (o, si se prefiere, de desazón) que hoy sigue imperando en el Partido Conservador y, en general, en todo el país.
¿Por qué recuperar a un político retirado que sigue generando controversia en las islas? ¿Acaso falta talento en las filas tories? ¿Hasta qué punto no sale dañado el prestigio de la democracia nacional por designarse a una persona no electa? ¿Resulta coherente tratar de ganar el futuro con las caras de un pasado que se desea rectificar?
Todas ellas son preguntas pertinentes. No obstante, no hay duda en que, con la elección de Dave, enmarcada en una remodelación de gran calado, Mr. Sunak pretende lanzar un mensaje muy nítido: el equipo que lidera, y con el que tratará de competir en las elecciones del próximo año, aspira a definirse por su pragmatismo y estilo civilizado. Esto es: aun sin renunciar a los tintes patriotas y thatcheristas, no habrá lugar para el ruido y el chovinismo en su gabinete. Frente a figuras como Braverman, Truss o Johnson, Rishi quiere devolver la calma a la política británica.
Esa misma tranquilidad, en efecto, es la que ha imperado en las relaciones entre Londres y Bruselas desde su llegada al 10 de Downing Street hace poco más de un año. Así, la tarea de Cameron respecto a la UE no será otra que dar continuidad a dicho proceso de normalización. De hecho, la clave de su nombramiento se encuentra en el afán por ofrecer una imagen de estabilidad y confianza en el exterior. Respaldado por su experiencia y sus contactos, el nuevo inquilino del Foreign Office (el séptimo desde el referendo del brexit) mantendrá intacta la hoja de ruta de su antecesor más inmediato, tratando de dar certidumbre a sus socios en un contexto internacional especialmente convulso.
De esta forma, además, Sunak se asegura poder centrarse en los asuntos domésticos, de los que dependerá su futuro. Por ello, la vuelta de Cameron, sea o no oportuna, corre el riesgo de acabar siendo insignificante para los electores británicos, preocupados sobre todo por el coste y la calidad de sus vidas.
Ciertamente, David Cameron ha sido resucitado por un Gobierno al que todos dan por muerto. Si las percepciones no se alteran y se acaba confirmando el viraje al laborismo, pareciera que el ex premier hubiese sido rehabilitado para presenciar en primer fila el entierro de una era que, iniciada por él mismo en 2010, muy pocos extrañarían.