La encrucijada en el Cáucaso tras la limpieza étnica
OPINIÓN
Tras la agresión del 19 de septiembre de Azerbaiyán contra Nagorno Karabaj, y a consecuencia de la expulsión de la población autóctona armenia de este enclave, se ha generado una nueva realidad en el Cáucaso.
A pesar de las advertencias de Armenia, de las decisiones dictadas por la CIJ y el TEDH, y de las resoluciones del Consejo de Europa, la UE y distintos parlamentos del mundo, la comunidad internacional no ha podido frenar la limpieza étnica de los armenios de Karabaj realizada por Azerbaiyán. Este hecho también evidenció el fracaso de la misión de paz de Rusia desplegada en Karabaj tras la guerra del 2020. Pero hay que reconocer que aquí no se trata tanto de falta de capacidad de los militares rusos, sino del reflejo de los intereses que Moscú tiene con Azerbaiyán y Turquía, que se han convertido en las principales vías para eludir las sanciones impuestas a Rusia. Así, en noviembre del 2020, Putin afirmaba que el objetivo de los militares rusos en Karabaj era garantizar la seguridad de la población del enclave, pero, tras la agresión de Azerbaiyán del 2023, declaró que las fuerzas armadas rusas estaban allí solo en calidad de observadoras, tratando de justificar su inacción frente a la limpieza étnica.
También tienen parte de responsabilidad en esa limpieza étnica los países que actúan como mediadores en la normalización de las relaciones entre Armenia y Azerbaiyán (Francia, Alemania y EE.UU.), así como la UE. Tanto EE.UU. como los países europeos llegaron a declarar que no iban a consentir agresión alguna contra los armenios de Karabaj, pero ahora, cuando la limpieza étnica ya es una realidad, surge la cuestión de cuáles serán las consecuencias reales para Azerbaiyán. Por ahora vemos la impunidad de ese país por los crímenes internacionales cometidos, ya que no se han adoptado sanciones.
Por otra parte, resulta evidente la relevancia que ha adquirido Armenia para Occidente, que la reconoce como el faro de la democracia en el Cáucaso. Ciertamente, estamos ante un momento histórico, en el que Occidente tiene una oportunidad para fortalecer su presencia en esa región estratégica, brindando apoyo a los países democráticos del Cáucaso, que son Armenia y Georgia. Al parecer, esta es la vía que ha elegido la UE al mostrarse favorable a la adhesión de Georgia, abriendo así un nuevo horizonte para Armenia. Pero esta aproximación a la UE genera también amenazas para estos países por sus estados vecinos, que tienen relaciones difíciles con Europa. De ahí la importancia de que el apoyo de los europeos sea firme.