La sociedad está cada vez más concienciada sobre la importancia de frenar el cambio climático y reducir nuestra huella de carbono. En este sentido, son cada vez más los españoles que dan el salto al coche eléctrico, pues las matriculaciones de este tipo de vehículos aumentaron en un 108 % en el 2022 respecto al 2021, según datos de Anfac. Sin embargo, en España la electromovilidad se encuentra con ciertos retos que debe afrontar de cara al futuro.
El primero es la promoción del automóvil eléctrico. El Gobierno ha ampliado recientemente el Plan Moves III hasta julio del 2024. Se trata de una medida muy positiva, pues permite facilitar el acceso al vehículo eléctrico y promociona la instalación de nuevos puntos de recarga. Dicho plan fue puesto en marcha en el 2021, pero de momento no ha logrado cumplir con los objetivos preestablecidos debido a su excesiva burocracia y a las esperas a la hora de recibir las ayudas. Una verdadera aceleración de la adopción del coche eléctrico necesita de la simplificación y aceleración en la obtención de ayudas.
En segundo lugar, la red de carga rápida y ultrarrápida todavía es muy limitada. A pesar de que ya existen más de 25.000 puntos operativos, estos están subutilizados, con apenas 1 hora de carga de media, según datos de Aedive. Estos puntos de recarga no siempre se adecúan a las necesidades de los usuarios: el 80 % son de menos de 50 kW, no están disponibles en las zonas en las que se necesitan o no tienen un mantenimiento adecuado.
Para que más usuarios adopten el coche eléctrico en España debemos eliminar esa idea de «carga de desespero», invirtiendo en la red de carga rápida y ultrarrápida. Es fundamental simplificar los procesos de instalación de cargadores (ahora mismo existen diferencias en los trámites entre provincias, gestiones no digitalizadas y una gran demora en la aprobación de licencias o permisos); debemos mejorar la visibilidad sobre la potencia disponible y la ubicación del punto de conexión, y simplificar los procesos de interacción con las distribuidoras y comercializadoras eléctricas.
España afronta también el reto de facilitar y simplificar la experiencia de carga para que la misma supere a la de tener un coche de combustión. Resulta una experiencia negativa para el usuario tener que descargarse diversas aplicaciones para tener visibilidad sobre todas las estaciones de recarga disponibles y poder activarlas. Para aliviar la situación, debemos incentivar la interoperabilidad, y así reducir el número de aplicaciones que se necesitan para recargar un vehículo. De esta forma conseguiremos en el futuro un sistema de recarga universalizado, sin importar a qué empresa pertenece el punto de carga.
La movilidad eléctrica tiene muchos retos pendientes a los que debe prestar especial interés. Avanzar hacia un futuro más sostenible y limpio requiere de promoción. Este trabajo debe realizarse desde todas las partes implicadas: desde el Gobierno en un plano legislativo, pasando por la industria desde el plano de la innovación y hasta la sociedad desde el compromiso.