La remodelación del Gobierno de ayer ha sido mejor incluso que el sorteo de lotería de la Navidad. Porque ha propiciado una lluvia de premios que deja a un montón de personas satisfechas. A Pedro Sánchez porque logra mantener su guardia de corps intacta, lo que le permite un blindaje a prueba de embestidas. A Nadia Calviño, que logra su sueño de presidir el BEI como recompensa por los servicios prestados. A María Jesús Montero, que sube tres peldaños en el Gobierno y se mantiene como persona de absoluta confianza del presidente. El técnico Carlos Cuerpo accede al Ejecutivo desde una secretaría general. Y premio especial para Yolanda Díaz, que se ve liberada de Calviño, con la que mantuvo enconadas batallas por casi todo.
No sorprendieron lo más mínimo los cambios de Sánchez. Porque no están los tiempos para sobresaltos ni para mudanzas. Así lo debió pensar el presidente ante la avalancha de asuntos polémicos, movilizaciones, críticas e insultos que le llueven cada mañana. Y, contrariamente a lo que hizo en julio del 2021, relevando a ocho de sus ministros, entre ellos pesos pesados como Carmen Calvo, Ábalos o Isabel Celaá, ayer optó por tapar el agujero Calviño. Con un sencillo cambio de cromos.
El ascenso de María Jesús Montero era lo previsible. Desde que accedió a la Junta de Andalucía ha desempañado una docena de cargos con total lealtad a Sánchez y al partido, donde ocupa la vicesecretaría general. Y como Sánchez quiere protegerse y mantener su clan socialista cerca de la Moncloa, nadie mejor que la andaluza, que en algún momento llegó a ser considerada su sucesora. De dialéctica fácil, combativa y con vocación de polemista permanente, presta buenas ayudas.
Un servicio no menos importante fue el que procuró la gallega Calviño, Premio Fernández-Latorre, pese a no ser militante socialista. Su elección para el BEI es una noticia muy positiva para España, aunque la institución sea desconocida para la mayoría de los españoles. Calviño es la primera mujer que se pone al frente de este banco, de suma relevancia en la economía comunitaria por ser el principal financiador público de proyectos de la UE y un pilar en la polémica gestión de los préstamos Next Generation.
Claro que, en estos tiempos de tormenta, la mini remodelación ha sido recibida por los tramontanos, como era presumible, con duras críticas. Con argumentos muy alejados de la realidad y con las mismas previsiones catastrofistas de hace cuatro años. Porque los organismos internacionales dicen que España mantendrá la reducción del déficit público, que crecerá con fuerza el próximo año con un aumento del PIB del 2 %, que dispondrá de un mercado laboral más dinámico y que mejoró el poder adquisitivo. Y ayer mismo se conoció que la inflación termina el año en un 3,1 %. Cinco puntos menos que en el 2022 que se situó en el 8,4 %. Dicen los viejos del lugar que lo mejor es no tocar lo que parece funcionar.