Hay una cierta disfunción entre lo que dicen los laboratorios de opinión que preocupa a la gente, entre el pálpito de la actualidad y entre el sentir a pie de calle. Tres maneras de ver el día a día. Sucede que sistemáticamente —y salvo durante períodos tan extraordinarios como el de la pandemia o la amenaza terrorista— el paro, la calidad de empleo o la economía en general ocupan los primeros lugares en el ránking oficial de desvelos ciudadanos. Para encontrar una inquietud sobre el medio ambiente hay que descender unos cuantos escalones. Pero sucede que una marea de basura tóxica en forma de bolitas llega por oleadas a las costas de Galicia y no pasa mucho tiempo para que otra marea, social, anónima, tome los arenales para retirarlas con sus manos. Si eso no es desvelo por el medio…
En esto del ránking de preocupaciones oficial frente a las reales tienen una parte no menor de responsabilidad los dirigentes políticos, que al final son también una representación de esa sociedad que baja a las playas estos días. Este caso de la marea plástica es sintomático. Resulta que la primera noticia de la llegada de esos pélets a Galicia la publicó mi compañera Ana Gerpe en La Voz; se pudo leer en la edición digital poco antes de las nueve de la noche del día 13 de diciembre. Dos semanas y media después de aquella publicación, los políticos gallegos despidieron el año con unos discursos muy bien trabajados y originalmente montados para exponer los desvelos oficiales: empleo, sanidad, educación, subida de precios, igualdad entre ciudadanos... Pero ni una sola palabra sobre la marea blanca que ya rulaba entre teléfonos móviles. Revisar esos vídeos de hace solo dos semanas y advertir el discurso actual de pim-pam-pum entre administraciones y las hipérboles comparativas con el Prestige mientras candidatos y no candidatos bajan a las playas para la foto produce cierto bochorno. Uno querría pensar que no tiene que ver con la inminencia de unas elecciones, pero…
A la vez que llegaban esas lentejas blancas —la única vinculación con esta otra noticia es el momento temporal—, un grupo de investigadores desvelaban que durante 500 años vivimos en una mentira: que lo que aparentemente era una sola galaxia, la llamada Nube de Magallanes, en realidad son dos, porque (resumido de forma muy torpe) una se escondía detrás de la otra. La ciencia no puede explicar lo que pasará en las elecciones gallegas del 18 de febrero, pero si durante medio milenio una constelación logró esquivar a los astrónomos, cómo no van a haber conseguido ocultarse la verdad y la honestidad durante tanta campaña política.