Así organizaban los romanos su calendario. En la antigua Roma, los sacerdotes señalaban los días del calendario como fastos o nefastos y se publicaban en el Foro para conocimiento de los ciudadanos. Los primeros eran propicios para las decisiones importantes y los eventos públicos —incluso casarse—, mientras que los últimos eran considerados inadecuados para tales actividades y se consagraban a celebraciones religiosas.
Los directivos de hoy en día lo tienen un poco más difícil que los antiguos romanos en un mundo empresarial donde la volatilidad, la incertidumbre, la complejidad y la ambigüedad son la norma. ¿Cómo pueden los líderes empresariales navegar este eterno dilema entre el fasto y el nefasto?
Un enfoque clave es el análisis continuo y la vigilancia del entorno, manteniendo un ojo crítico en las tendencias emergentes y las innovaciones tecnológicas. La agilidad y flexibilidad organizacional son esenciales; cultivar una cultura que abrace la adaptabilidad y la respuesta rápida a los cambios inesperados también es vital.
Además, la toma de decisiones debe fundamentarse en un análisis riguroso de datos (mejor en tiempo real), complementado con la gestión efectiva del cambio, una comunicación clara y constante, y una inversión en formación. Finalmente, la resiliencia y la preparación para crisis son indispensables.
Hace 2.000 años, tomar decisiones en un día nefasto podría acarrear funestas consecuencias a aquel que osara no rendir culto a los dioses. La historia empresarial reciente está repleta de errores asociados a la adopción inoportuna de decisiones. Compañías que alguna vez fueron líderes en su industria han caído en desgracia por no reconocer el momento adecuado para cambiar de estrategia. Desde el ejemplo clásico de empresa establecida como Kodak (que habiendo inventado las primeras cámaras digitales no fue capaz de ver su potencial) al caso más reciente de Convoy, destacado en múltiples ocasiones en Disruptor50. Convoy era un broker digital de transporte de mercancías con sede en Seattle, que se fundó para reinventar el negocio fragmentado y de baja tecnología de la intermediación de fletes, en el que camioneros y clientes se conectaban por teléfono y fax. Cerró abruptamente en octubre del 2023, tan solo ocho meses después de recaudar 260 millones de dólares de inversores y estar valorada en 3.800 millones, básicamente por no adaptarse a las dinámicas cambiantes del mercado de transporte digital. No se trata solo de tomar decisiones, sino de saber cuándo y cómo tomarlas. En un mundo donde el cambio es la única constante, reconocer los momentos propicios para actuar es tan importante como saber cuándo es prudente esperar.
A diferencia de los romanos, cuyos días nefastos estaban ya prefijados, en el comienzo del 2024 los gestores deben ser conscientes de la importancia de la elección del momento fasto para la toma de decisiones estratégicas, ya que, al final, la diferencia entre un día fasto y uno nefasto podría no solo determinar el éxito de una empresa, sino también su supervivencia en el tiempo. ¡Ah! Y procrastinar esperando el día adecuado es la peor de las decisiones.