El año 2023 nos ha sorprendido con la desinflación experimentada por la Eurozona y que todo el mundo esperaba que se produjese más tarde. ¿Significa esto que ha llegado el momento de empezar a relajar los tipos de interés después de continuas subidas? Hasta hace bien poco el mercado apostaba por ello y, sin embargo, ahora, de forma más o menos generalizada, se cree que se mantendrán durante un tiempo y el BCE en su última reunión no ha hecho sino confirmar esta creencia. La expectativa dominante ha pasado a ser que, en torno al verano los tipos de interés (es decir, el tipo de facilidad marginal de crédito, el tipo principal de refinanciación y el tipo de facilidad de depósito) empiecen a recortarse una vez que el BCE tenga los datos de beneficios, salarios e inflación del inicio del año. Más allá de esto, precisar cuándo ocurrirá el cambio de ciclo es aventurado, por cuanto los banqueros centrales querrán evitar errores de precipitación.
Es importante no olvidar que si el BCE anuncia el recorte de tipos envía un mensaje a los agentes económicos: la señal de que ha ganado la batalla a la inflación, acercándola al objetivo del 2 %. Y ese mensaje ha de ser creíble para que la política monetaria surta los efectos deseados. Por lo tanto, ha de defender la credibilidad de su actuación no arriesgándose a declarar de forma precipitada que la inflación está controlada, es decir, no rebajando el precio oficial del dinero antes de tiempo.
En este contexto, la actuación sobre los tipos de interés dependerá de dos condicionantes que el BCE analizará con lupa. Por una parte, la evolución de los precios de la energía y de determinados costes como los salariales que podrían retroalimentar el proceso inflacionario. Por otra, esperará a estar bastante seguro de que la economía ha descarrilado más allá de la recesión técnica y el desempleo tiende a subir. Todo ello supeditado también a lo que haga la Fed y que, atendiendo al pasado más reciente, suele llevar la iniciativa a la hora de cambiar de ciclo en los tipos de interés.
De lo anterior cabe presumir que, a día de hoy, el BCE no tenga decidida la hoja de ruta de los tipos de interés. Con todo, sus últimos anuncios dejan entrever que los tipos de interés serán recortados y que, a pesar de ello, sus niveles seguirán siendo elevados por un tiempo. Es decir, el recorte no será muy cuantioso.
El hecho de que los tipos de interés no sean la única herramienta de los bancos centrales para instrumentar la política monetaria puede jugar a favor del recorte. En efecto, el balance de activos del BCE —una herramienta más de política monetaria— se reducirá a partir de junio por el remate de las reinversiones parciales de los bonos adquiridos (en el programa de compras de deuda de emergencia) durante la pandemia. Y que el BCE —al igual que la Fed— ponga fin a la reinversión de los títulos que venzan endurecerá las condiciones de financiación o, dicho de otro modo, supondrá una subida encubierta del precio del dinero. Así, la política monetaria se calibrará gestionando la bajada de tipos y el recorte del balance de activos como más convenga. Si tras la reducción de tipos la inflación repuntase inesperadamente, el BCE podría recortar aún más dicho balance para contenerla, sin necesidad de volver a subirlos. Sea como fuere, la previsible rebaja en el precio del dinero es una buena noticia porque aliviará la carga financiera de familias, empresas y gobiernos.