Las glorietas frente a los semáforos

M. García Castro EXINTENDENTE DE LA POLICÍA LOCAL DE A CORUÑA

OPINIÓN

CARMELA QUEIJEIRO

31 ene 2024 . Actualizado a las 09:06 h.

El alcalde de Carmel (ciudad de más de 100.000 habitantes, localizada en el estado de Indiana, EE.UU.) se jacta de que allí casi nadie se salta los semáforos o las señales de stop, por la sencilla razón de que apenas existen, ya que unos y otras fueron sustituidas por más de 150 glorietas.

«La seguridad —dice el edil— es la principal justificación para las mismas, porque, comparadas con las intersecciones normales, reducen de manera significativa las lesiones y las muertes.

Pero también hay un beneficio para el clima. Al carecer de semáforos que obliguen a los conductores a detenerse innecesariamente, mientras los autos permanecen a ralentí contaminando, con las glorietas es el propio conductor quien decide si se detiene o no». Y aunque hay pocos estudios al respecto, el exingeniero de la ciudad, Mike McBride, calcula que «cada rotonda ahorra unos 20.000 galones de combustible al año, logrando que anualmente los autos de Carmel emitan casi 30 toneladas menos de emisiones de carbono que calientan al planeta».

En general, los funcionarios de carreteras de Estados Unidos coinciden en señalar que «las rotondas modernas reducen las emisiones de los tubos de escape, y tampoco requieren electricidad y, a diferencia de los semáforos, siguen funcionando incluso después de una fuerte tormenta. Una ventaja en tiempos de turbulencia meteorológica».

«Las rotondas modernas son las intersecciones más sustentables y resilientes que hay», dijo Ken Sides, presidente del comité de rotondas del Instituto de Ingenieros de Transportes.

Pero… ¿qué son las «rotondas modernas» para que sean tan demandadas en los Estados Unidos donde otrora fueran repudiadas? Pues son glorietas con un diseño de carriles longitudinales iguales o muy parecidos a los diseñados en A Coruña hace casi 20 años, cuya principal virtud estriba en refutar la falacia de que el vial anular de una glorieta sea autónomo y, por tanto, sometido a las mismas norma que cualquier otro vial; es decir, por él se debe circular por el carril de la derecha o exterior (salvo para adelantar), independientemente de la salida que se vaya a tomar. Pues bien, esa afirmación —sostenida por muchos expertos—, queda perfectamente desmontada con el diseño de carriles longitudinales, al demostrar empíricamente que una glorieta es una intersección en la que se puede cambiar de dirección y hasta de sentido, sin necesidad de cambiar de carril, y no un tiovivo en el que algunos pudieran pensar que los conductores «se divierten» dando vueltas superfluas a su alrededor.