Microsoft, Apple, Nvidia, Amazon, Alphabet, Tesla y Meta son las «siete magníficas», gigantes de la tecnología que cada vez ganan más peso en Wall Street y acaparan cada vez más peso en los mercados. Sus primeros ejecutivos son multimillonarios y figuran en las listas de personas más poderosas del planeta, pero por suerte no están por encima del bien y del mal. Se les puede pintar la cara.
Mark Zuckerberg (Nueva York, 1984) es el jefe supremo de Facebook, Instagram y WhatsApp. Su patrimonio sobrepasa 140.000 millones de euros, según Forbes. Puede comprarse lo que quiera cuando quiera. Pero se vio obligado a pedir perdón públicamente a los padres de las víctimas de abuso infantil y achicharrado a preguntas en el Senado de estadounidense. El republicano Lindsey Graham le acusó de tener «las manos manchadas de sangre» porque «las redes sociales son peligrosas, están destruyendo vidas y amenazan la democracia».
El primer ejecutivo de Meta pidió disculpas, pero no se comprometió a solucionar el problema del abuso o el de los daños para la salud mental de los jóvenes, reconocidos en documentos internos de la compañía. ¿Para qué? Cada vez que han tenido que elegir entre ganar más dinero y cruzar una línea roja, sus manos han acabado coloradas, su cara, blanca. Y su cartera, llena.