La reclusa desencochada

Francisco Ríos Álvarez
Francisco Ríos LA MIRADA EN LA LENGUA

OPINIÓN

03 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

N os llama un tanto agitada una corresponsal de este observador siempre atenta a los mensajes de las cadenas de televisión más populares. Le choca la forma de expresarse una reportera que informaba de la comparecencia en un juzgado de Barcelona de una mujer que cumple pena de prisión. La periodista relataba que la reo —o rea— estaba siendo desencochada por los policías que la custodiaban. Y ese desencochada fue lo que alarmó a nuestra corresponsal.

  En un foro de policías donde se habla sobre un accidente de tráfico en Barcelona, alguien explica: «El mosso desencochó justo cuando pasaba la otra furgona». Otro forero pregunta qué significa esa palabra y un tercero explica que, en el argot policial, se habla de desencochar cuando los agentes de las unidades de orden público se bajan de las furgonetas. Quizá más que del argot policial se trate del de los taxistas de por allá, aunque su origen parece anterior a los taxis tal como los conocemos hoy.

En Vida del Beato Doctor Josef Oriol, publicada en 1815, leemos: «Habiendo sabido de él, que iba también á tomar el camino para dicha villa, le combidaron é instaron aquellos buenos señores á encocharse, é ir en su compañia». Observará el lector que sistemáticamente se encocha y se desencocha en Cataluña. Ello se debe a que son adaptaciones de los verbos catalanes encotxar y desencotxar. El diccionario del Instituto de Estudios Catalanes da dos acepciones del primero, ‘hacer entrar en un coche’ y ‘encontrarse en un coche’. De desencotxar dice el centro de terminología Termcat que es ‘bajar pasajeros de un vehículo, especialmente un taxi’. Y apunta que en español es desencochar.

Encochar aparece en algún diccionario de lengua española, concretamente el Vox, pero no en el de la Academia. Y eso que estuvo en las ediciones de 1984 y 1989 del diccionario manual de la RAE con esta definición: «Entre taxistas, tomar pasaje». Hoy podría estar en el usual, con la marca que indicase el ámbito territorial en el que se emplea, como otras voces españolas que no se usan en todo el país. Así, quienes vayan a Barcelona y vean letreros con un «Solo encochar y desencochar» o les hablen de una «zona exclusiva de desencoche para los taxis» podrán saber de qué va la cosa.

Por aquí ya nos ilustró el director general de Tráfico, barcelonés, cuando hace un año habló en Pontevedra de que en las ciudades faltan lugares «para encochar y desencochar a un abuelo, a un niño o a un paciente».