Hace unos días se celebró el día de la tortilla de patata, que bien hecha es uno de mis manjares preferidos, siempre y cuando no se vea alterada su esencia por la adición de cebolla, un ingrediente infiltrado.
La tortilla solo lleva huevo, patatas y una pizca de sal. La cebolla cambia la estructura de este manjar. Al freír la cebolla se vuelve delicuescente, blandengue y da un sabor dulzón al plato.
Otra polémica es la de más cuajada o menos cuajada. La conocida como tortilla de Betanzos está poco cuajada y es exquisita. Al cortarla, suelta la sangre de tortilla que almacena en su interior y es todo un espectáculo.
En cualquier caso, las más cuajadas, si están bien elaboradas, también me gustan y considero que son un gran plato.
Durante muchos años hice tortilla de patata (sin cebolla) en mi casa. Todo el mundo decía que le gustaba. Después dejé de hacerlas y recurrí a la entrega a domicilio, pero el éxito fue muy escaso.
He vuelto a preparar tortilla de patata un día a la semana.