Un votante medio español tendrá información política sobre todo de dos países: España y, en menor medida, Estados Unidos. Es probable que haya votado al partido que ganó las elecciones: el Partido Popular. Influido por su estrategia de confrontación permanente, estará harto del progresismo, del independentismo, del ecologismo y del feminismo. Estará convencido de que ha habido un golpe de Estado, aunque no haya habido un asalto violento al poder establecido, una toma del Parlamento, al estilo de Tejero (1981) o Trump (2021). Asumirá que se trata de un golpe de Estado al estilo de los «comunistas», como en Rusia (1917), China (1949) o Cuba (1959). No querrá hablar de otros golpes dados para restituir la «autoridad popular», aunque hechos a medida de la casta militar o de la clase alta, como en Chile (1973), Argentina (1976), Brasil (2016) o Perú (2022).
No se definirá como un neoliberal negacionista. Dirá ser conservador y tradicional, pero rechazará la amnistía pro convivencia, las lenguas cooficiales, la subida de impuestos a los que más ganan, la subida del salario mínimo a los que menos ganan, la entrada descontrolada de inmigrantes, la lucha contra el supuesto cambio climático y la legislación frívola sobre animales o géneros. Si, por hartazgos o por negocios, se fuese a vivir a Misuri, continuaría valorando el patriotismo por encima de todo. Encajaría bien el America first, a modo de escudo frente al europeísmo y la globalización, porque añora la autarquía y la autoridad.
Si, a finales de año, pudiese votar, y tuviese que escoger entre Biden y Trump, se fijaría en qué hace allí la «gente de bien» para votar como votan los suyos. Comprobaría que a Biden le votan más las mujeres, los jóvenes y adultos-jóvenes con estudios universitarios, los negros, la mayoría de los hispanos (menos los de Florida, los nacionalizados cubanos, nicaragüenses y venezolanos), los trabajadores de clase media y los habitantes de las áreas metropolitanas. Constataría que a Trump le votan más las mujeres blancas, los blancos en general, los más viejos, los más ricos, los más pobres sin estudios universitarios y los habitantes de las áreas rurales. Caben dudas de que la vida política esté más polarizada en España que en EE.UU. o viceversa, pero no cabe duda de que este votante prototípico del PP en España, si tuviese que votar en Misuri, votaría a Trump.