Por edad, y fortuna, viví aquella Nacional VI por la que en verano llegaba el caudillo y su comitiva. Incluidos los plátanos de sombra que en la mayor parte de los núcleos habitados la bordeaban. También los carteles educativos de «Peatón, circula por la izquierda». Supongo que tales o parecidas vivencias tendrá alguien de Xinzo o de Verín con la N-525. Hoy, nuestros problemas y alivios están en la A-6 y la A-52.
En el Circuito de Firmes Especiales de 1926, con un trazado perimetral de Galicia entrando por Ponferrada y Valdeorras, no se vislumbraba la N-VI. En 1939 se aprobó el Plan de Obras Públicas, estableciendo la N-VI y N-120 para el acceso Galicia desde Ponferrada, la N-525 por Puebla de Sanabria y la N-550 desde Portugal.
Sin embargo, en 1966, el Ministerio de Obras Públicas y el Consejo Económico y Social del Noroeste estudian «una vía alternativa desde Astorga siguiendo la N-120 por el valle del río Sil hasta Monforte de Lemos. Un acceso que, atravesando la zona central de Galicia, guarde equidistancia entre las ciudades de paso y finales, al objeto de que desempeñe el mejor servicio regional». Una alternativa de obvia racionalidad, siguiendo el «Camino de Invierno», que no se realizará. Optando en el Plan de Accesos por el del norte y el del sur. Disfrutarán si leen a Tarik Bermejo.
La N-VI finaliza en 1988, con el viaducto, que sustituye al puente de Cruzul del siglo XVIII, en Becerreá. Cinco años después, 1993, se inicia la A-6, finalizada en julio del 2002. Y veinte años después sucedió el todavía inexplicado desplome del viaducto de O Castro, construido entre 1997 y el 2001. Una reflexión serena sobre ello la encontraran de la mano del profesor Vidal Romaní.
Si bien la construcción de la autovía ha tenido desplomes y problemas, debido a la dificultad conocida y anunciada de su trazado por Pedrafita, el desplome del viaducto de O Castro —veinte años de vida— responde a problemas de construcción aún por establecer en relación a cimentaciones y a una degradación acumulada de muchos años (sic). Problemas de hoy en la A-6 agravados por el deterioro escandaloso del asfalto entre A Coruña y Villafranca del Bierzo, con grandes baches y socavones que provocan inseguridad en el desplazamiento y deterioro de los vehículos. Por más que la reparación solo se ha iniciado entre Lugo y Villafranca, en sentido Madrid.
Un deterioro tal que hace apenas un mes el recorrido entre Guitiriz y Lugo fue peor, más inseguro y enojante que aquel viaje iniciático hace sesenta años a Cacabelos —Pedrafita por medio— en el camión de Casa Nistal, para volver con barricas de vino luego de la necesaria parada en Casa Gato. Una A-6 con demasiados interrogantes inexplicados no solo en la ejecución, sino en los controles de su ejecución y en su obligado mantenimiento y reparación. Lo que evidencia graves responsabilidades sin asumir de las empresas y de la Administración. En paralelo un debate sobre peajes, o no, en las autovías. Como el de Portugal en su rescate.