El silencio de Kate

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

Pool | REUTERS

26 mar 2024 . Actualizado a las 11:00 h.

Todos, en alguno o varios momentos de nuestra vida, hemos tenido que afrontar o afrontaremos un terrible diagnóstico médico relacionado con nuestros seres queridos o con nosotros mismos. Tras el golpe inicial, que suele ir seguido de una complicada mezcla de sentimientos tales como la incredulidad, la negación, el desconcierto y el bloqueo emocional, llega la devastación, el baño de realidad y la necesidad de reaccionar para tomar decisiones. Las enfermedades siempre llegan de forma inesperada, pero tenemos que encararlas de manera inmediata, con la mayor determinación posible, mientras luchamos contra el miedo, el dolor y la impotencia. Y nunca se está lo suficientemente preparado para ello.

Cada quien reacciona de manera diferente. Hay personas que comparten su dolor y buscan consuelo en los demás, otras que desean reservar su experiencia a su círculo más cercano. Cualquiera de las dos opciones es válida y debe ser respetada. Hay una esfera de la intimidad que no debe ser traspasada.

En la casa real británica se han producido las dos situaciones. Por una parte, el rey Carlos no dudó en comunicar que padecía cáncer y, por otra, la princesa de Gales, Kate Middleton, optó por compartir que había sufrido una importante cirugía abdominal y necesitaba tiempo de reposo. Las especulaciones originadas por la discreción de esta última hicieron crecer una enorme bola de nieve. Los tabloides británicos, reputadas pirañas informativas, llenaron muchas páginas con todo tipo de teorías. Al final, Kate se vio obligada a grabar un vídeo para confirmar lo que muchos sospechaban: que ella también tenía cáncer y necesitaba quimioterapia.

Parece que ahora todo el mundo se ha volcado en darle ánimos y mostrar su comprensión. Pero Kate sigue siendo la misma persona y tiene los mismos sentimientos y obligaciones para con los suyos. Es el respeto lo que ha fallado, una vez más. Y ya va siendo hora de que empiecen a trazarse límites en lo que se refiere a la vida privada de las personas, tanto para aquellos que se abren en canal como para los que prefieren y necesitan el silencio.